Cataluña
El PSOE necesita cambiar
La prueba de que el PSOE ha entrado en el periodo más crítico de las tres últimas décadas es que, 24 horas después del batacazo sufrido en Galicia y en el País Vasco, aún no había comparecido su secretario general para, al menos, dar la cara en defensa de los candidatos, ya que no de los resultados. La vacua intervención de la número dos, Elena Valenciano, sólo ha servido para amplificar el silencio de Rubalcaba y añadir desorientación a un partido desnortado. No obstante, del menudeo de declaraciones a cargo de distintos dirigentes del partido, empezando por su presidente, José Antonio Griñán, se deduce que el PSOE no puede aplazar por más tiempo su refundación, tanto ideológica como estructural. Es ahora cuando se comprueba que el congreso de hace ocho meses, en el que Rubalcaba se alzó con la secretaría general por sólo 22 votos de ventaja sobre Carme Chacón, fue cerrado en falso porque ni hizo autocrítica de los errores cometidos ni abordó los cambios de fondo que necesita la socialdemocracia española. Pero es que tampoco Pérez Rubalcaba ha respondido satisfactoriamente a lo que los militantes socialistas esperaban, pues ni les ha devuelto la ilusión, ni ha revitalizado el partido, ni ha dirigido con eficacia las diferentes federaciones, algunas de las cuales le han discutido incluso su legitimidad. Tampoco ha estado acertado en su labor de oposición al Gobierno del PP, más preocupado por favorecer sus intereses partidistas que por colaborar en la lucha contra la crisis, como exige un mínimo deber patriótico. Su política frentista contra Rajoy, incluso en asuntos previamente pactados, como el de la estabilidad presupuestaria, le ha llevado a promover o apoyar todo tipo de manifestaciones y protestas callejeras, desde dos huelgas generales a algaradas como las organizadas contra el Congreso. Para remate, ha sido incapaz de poner orden en el guirigay federalista del partido y mientras en Madrid se oponían al referéndum que quiere Mas, en Cataluña se abstenían. Pues bien, los dirigentes del PSOE ya se habrán percatado de que tanto la estrategia frentista como su ambigüedad sobre la unidad de España, lejos de reportarles apoyo electoral, son la causa de su estrepitoso derrumbe. En Galicia ha quedado demostrado que los ciudadanos no se dejan engañar por la demagogia populista y depositan su confianza en quienes ofrecen soluciones realistas aunque comporten sacrificios. En el País Vasco ha quedado patente a qué ha conducido la actitud condescendiente con los soberanistas y separatistas. Por lo demás, no nos puede alegrar el hundimiento del PSOE porque lo que necesita la estabilidad de España, más aún en esta coyuntura, es una alternativa de gobierno seria, sólida y fiable. Todos sus dirigentes tienen la alta responsabilidad de contribuir a que así sea y sin excesiva dilación.
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