Ginebra
Medio millón de mujeres inmigrantes en Europa han sufrido una ablación
El drama de la mutilación genital femenina ha franqueado las fronteras de África de la mano de la emigración y se estima que ya son medio millón las mujeres en Europa que han sufrido una ablación, mientras otras 180.000 corren el riesgo cada año de convertirse en nuevas víctimas.
El acto mismo de la mutilación rara vez ocurre en los países occidentales donde residen las niñas y jóvenes inmigrantes, cuyas familias aprovechan los viajes a sus países de origen para someterlas a la operación, explicó el director general de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), William Lacy Swing.
La pervivencia de la mutilación es particularmente fuerte en las comunidades de inmigrantes, donde tradicionalmente sólo las mujeres operadas tienen la esperanza de hacer un "buen matrimonio". Abandonar esa práctica, en cambio, puede suponer la deshonra para sus familias.
Según la Organización Mundial de la Salud, el tipo de mutilación genital de la mujer más común es la escisión del clítoris y los labios menores -80% de los casos-, mientras que la más severa -15% de los casos- es la infibulación, consistente en la extirpación del clítoris, los labios menores y parte de los labios mayores, seguida del cierre vaginal mediante sutura.
A dos días de la celebración del Día Mundial de la Tolerancia Cero contra la Mutilación Genital Femenina, varias organizaciones internacionales alertaron en Ginebra de que pese a su denuncia constante y a las campañas de prevención se trata de una costumbre que aún está ampliamente extendida.
"Es una práctica profundamente arraigada que está basada en un sistema patriarcal fabricado como mecanismo de control y de subordinación de las mujeres", explicó la directora del Comité Inter-Africano, Berhane-Ras-Work, en una rueda de prensa.
Ese mecanismo -prosiguió- ha funcionado por siglos hasta el punto de que las propias mujeres pueden llegar a considerarlo admisible "como medio para hacerse aceptables ante sus comunidades y elegibles por sus esposos".
Por ello, la lucha contra la mutilación genital en el continente africano requiere decisiones políticas, que hasta ahora han estado ausentes.
"Los gobiernos africanos lo permiten, lo ignoran, no le dan la importancia suficiente. Es una suerte de conspiración", comentó Ras-Work.
Diecinueve países africanos -Sudáfrica, Egipto, Etiopía, Mauritania y Senegal entre otros- han adoptado en los últimos 15 años normas contra las mutilaciones genitales femeninas, aunque sin lograr erradicarlas.
En vista de que el problema también se ha trasladado a Occidente a través de la emigración, varios países europeos, además de Australia, Canadá, Estados Unidos y Nueva Zelanda, han aprobado igualmente leyes que prohíben tales operaciones.
La responsable de cuestiones de género en la Unión Interparlamentaria, Karinee Jabre, explicó que la mutilación genital que ya han sufrido 140 millones de mujeres en todo el mundo -con tres millones más cada año- es totalmente equiparable a un acto de tortura, de trato inhumano y degradante, y, en tal sentido, viola varias normas jurídicas internacionales.
Viola, entre otras, las convenciones de la ONU contra la Tortura, de los Derechos del Niño y para la Eliminación de la Discriminación contra las Mujeres, dijo.
Sin embargo, Ras-Work indicó que se observa una disminución gradual de mutilaciones en varios países africanos, principalmente entre niñas de 8 a 15 años.
Y puso el ejemplo de su propio país, Somalia, donde el 73 por ciento de mujeres eran operadas en la década de 1980, mientras que actualmente es un problema que afecta al 56 por ciento.
Por su parte, Lacy Swing destacó que su organismo realiza un trabajo de prevención de la ablación en niñas y jóvenes antes de que dejen sus países de origen.
Consideró que la meta de erradicar la mutilación genital femenina en el lapso de una generación es un objetivo demasiado lejano y que con una buena combinación de prevención, sensibilización, educación y formación de profesionales de la salud, ese objetivo se podría alcanzar mucho antes.
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