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Los otros Contadores

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Madrid- Cuando a Iban Rodríguez le llegó la carta a casa, lo primero que hizo al abrirla fue echarse a llorar. Al triatleta le comunicaban que había dado positivo por EPO y que, por tanto, iba a ser sancionado dos años sin competir. Aunque hace deporte de forma amateur, sabía que una sanción así le cambiaba la vida de una manera radical. A él y más aún a Virgina Berasategui, profesional del triatlón y que también fue sancionada por aquella competición en Lanzarote en mayo de 2005. En el deporte, cuando los resultados de los análisis salen positivos, es el acusado quien tiene que demostrar su inocencia. Como ha sucedido con Contador, se debe probar que no ha habido dopaje voluntario y si no puede, no hay compasión para él. «Te tratan como a un drogadicto», decía Joan Llaneras en 2001, cuando dio positivo por EPO en el Mundial de Amberes. Fue un positivo que después el contraanálisis negó, pero durante un tiempo vivió sin razón en el lado oscuro del deporte.

Iban, inocente, pero consciente de lo que le podía pasar, lloraba. Ahora, años después, prefiere no hacer memoria, como casi todos. El recuerdo le despierta el dolor y la rabia: «El día que te pasa, el día que das positivo, la Prensa te saca en portada y el día que quedas absuelto apenas importa. La Prensa se porta fatal», dice. Él, mejor que nadie, sabe que olvidar se ha puesto muy complicado con internet: en cualquier lista de la red sobre deportistas españoles acusados de dopaje aparecen él y Virginia y Llaneras y también otros atletas a los que después, se les ha declarado inocentes y se les ha quitado la sanción. La mancha no se va. «Sí, sí, sé que salgo en las listas de dopados de internet, pero no puedo hacer nada. Soy inocente, está claro y ojalá no saliese, pero...», dice, desde la concentración española de hockey hierba, Gloria Comerma. Con sólo 21 años se vio envuelta en un lío de dopaje en 2008. Junto a otra compañera de equipo dio positivo por éxtasis en un extraño Preolímpico de Bakú: la selección azerbayana gozó de muchos favores, mientras sus rivales iban sufriendo desgracias. El conjunto español se intoxicó en la cena antes del partido decisivo y tras el encuentro, Gloria tuvo que pasar el control antidopaje. «Al cabo de 15 días, me llaman de la Federación y me comunican que he dado positivo, por éxtasis, que es una burrada. Me asusté mucho».

Porque en el dopaje nada es rápido y se necesita dinero y paciencia para hacer frente a las acusaciones. No todos los tienen. El marchador Daniel Plaza la tuvo. Aseguró que iba a «luchar hasta la muerte» contra su acusación de dopaje. Luchó, resistió y finalmente ganó, aunque tuvo que esperar hasta 10 años para que la justicia ordinaria le diera la razón. Fue en 2006 cuando el Tribunal Supremo negó una sanción que había recibido en 1996.

La ex atleta Dana Cervantes buscó también el camino de la justicia ordinaria cuando vio que por el lado deportivo estaba todo perdido. En una magnífica competiciónen en el Europeo de Bucarest de 1998 batió el récord nacional de salto con pértiga. No le hacía falta, pero si quería que su récord fuese homologado tenía que pasar el control antidopaje. O sea, que lo hizo de manera voluntaria. Hay que ser muy temeraria o no haberse dopado para hacer algo así. Dio positivo por nandrolona.

En medio de una pelea entre la Federación de Atletismo y el Consejo Superior de Deportes, Dana veía cómo le sancionaban, le quitaban la sanción y se la volvían a aplicar, hasta que recurrió a la justicia ordinaria. Tres años después le dio la razón. Tuvo que aguantar cómo algunos la llamaban drogadicta. «Yo recuerdo –dice Gloria, la jugadora de hockey–, que sentía mucha impotencia durante mi caso, que me parecía una situación surrealista. No has tomado nada, no te has dopado, estás segura, pero has dado positivo y eso es dopaje». Gloria tuvo suerte. A los pocos meses, tras hacerse pruebas de pelo y contratar abogados, pasó un juicio de seis horas y fue declarada inocente. Ha podido seguir compitiendo. Ahora ve lo que sucede con Contador. «Si es inocente, lo debe de estar pasando muy mal, muy mal. Para mí fueron de los peores meses de mi vida».