Barcelona

Fin de fiesta

La Razón
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Esto va por días, y hoy más que nunca apuesto por que Zapatero se va. Veremos. En todo caso, lo que está claro es que se ha caído del caballo, de la mano de su incondicional escudero Pepe Blanco. Se acabó la fiesta y Blanco se lo ha hecho ver. La marca ZP hoy no suma, sino que resta en el partido. El acrónimo ZP es ya historia.

El primero que habló de ello fue el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, al pedir para el 22 de mayo unas elecciones municipales y autonómicas en clave regional y municipal, algo que a Zapatero le ha costado aceptar. A esta voz se sumó luego todo un coro, con Fernández Vara y Tomás Gómez a la cabeza, para pedir a Zapatero que quedara en los próximos comicios en un segundo plano.

Ésta y no otra es la razón por la que se ha suspendido Vistalegre. Los grandes mítines con los que, primero Felipe González y luego Zapatero, abrían y cerraban las campañas en esta plaza de toros madrileña, estaban enfocados de manera muy personalista en torno a la figura del líder. En los últimos años en torno a la sonrisa, la camisa blanca, la chaqueta azul, los vaqueros de diseño, las cejas, los ojos, los aplausos y el logo de ZP. Aquella máquina mediática que fabricó Pepe Blanco para arrollar a Mariano Rajoy.

Pepe Blanco pues, dijo la verdad, al confesar que este cambio de rumbo de la campaña del PSOE forma parte de una nueva estrategia, que jamás desvelará porque es muy áspera. Ahora, al talismán de antaño, al estelar Zapatero, conviene meterle en el armario y echarle siete llaves para que no asome. Llevarle a los territorios, sí, pero más bien de telonero. Nada de plantear las cosas en torno a su figura, porque el contexto general es desfavorable, y el presidente está hundido.

Hundido en todos los sentidos. Esto explica la escueta intervención que hizo hace una semana, de apenas 7 minutos, en el último Comité Federal, en un tono muy bajo. Ninguno de los presentes le había visto antes tan decaído.

«El 22-M nos lo jugamos todo, es nuestro ser o no ser por toda una generación», comenta un importante barón socialista, porque ahora con la marca ZP podemos perder hasta los calcetines. Podemos tener una derrota histórica en términos territoriales, perder el bastión de Castilla-La Mancha, Aragón, veremos qué pasa en Extremadura, Baleares, Asturias, Cantabria, sabiéndose perdido el resto. El mapa regional puede aparecer esa noche, coloreado de rojo sólo en el País Vasco (gracias al acuerdo de Patxi Lopez con el PP en contra de Zapatero) y todavía en Andalucía, hasta que les lleguen sus comicios. Y podemos ver una derrota histórica en las municipales, con pérdidas de bastiones tradicionales socialistas como Barcelona y todas las capitales de provincia andaluzas. Una derrota que Zapatero intentará no apuntarse, anunciando –piensan los barones– su renuncia a la sucesión antes del 22 de mayo. La suspensión del mitin de Vistalegre, desde luego, va en esa dirección.