El Cairo
Crisis en el «gobierno» rebelde libio
Los rebeldes libios hacen frente a su primera gran crisis interna actuando de forma democrática o, por lo menos, intentando que así parezca. El Gobierno revolucionario con sede en Bengasi, el Consejo Nacional Transitorio (CNT), ha disuelto su comité ejecutivo, creado para gobernar en estas circunstancias excepcionales, a las que no ha sabido responder satisfactoriamente y en las que su hombre más importante, el jefe del Ejército, ha sido asesinado.
«Después de una serie de investigaciones, el CNT ha decidido remodelar su oficina ejecutiva: algunos ministros permanecerán en sus puestos y otros serán reemplazados», explicó a LA RAZÓN un portavoz, Mohammed al Kish, manteniendo un tono de misterio, como casi todo lo que rodea a los políticos rebeldes. Ex miembros del régimen de Gadafi, disidentes exiliados, hombres de negocios, procedentes de las familias y tribus más destacadas, han sabido ganarse la confianza de la comunidad internacional, que, sin embargo, no sabe quién dirige realmente la revuelta y liderará el país cuando Gadafi caiga.
Desde el principio, el CNT ha recibido críticas por su falta de transparencia, sus métodos poco democráticos –nombramientos a dedo y los mismos apellidos en demasiados cargos– y una burocracia excesiva, que le llevó a crear diferentes comités y unidades.
Pero esta vez es diferente porque detrás de esta remodelación está la muerte de Abdel Fatah Yunis, comandante del Ejército revolucionario, que fue asesinado en las afueras de Bengasi hace menos de dos semanas. El viceprimer ministro, Ali Essawy, habría sido quien ordenó su comparecencia, supuestamente relacionada con asuntos militares, en la capital rebelde. Sin embargo, se sospecha que el general Yunis estaba negociando con el régimen de Gadafi. Tanto Essawy como el ministro de Defensa, Yallal al Digheily, serán sustituidos. «Esto demuestra democracia, transparencia, constitucionalidad y que nadie está por encima de la Ley», aseguró a este periódico Al Kish.
La familia pide cabezas
Por su parte, el presidente del CNT, Mustafa Abdel Yalil, dijo a Al Yazira que los miembros del ejecutivo no gestionaron adecuadamente el asesinato de Yunis y que el nuevo comité tendrá que investigar el suceso, que él atribuye a «una conspiración» de Trípoli. El CNT culpó a una célula gadafista de haber disparado al jefe militar y posteriormente quemado su cadáver, pero parece probable que fueran los propios rebeldes los que acabaron con su vida. Ahora la familia y su tribu piden justicia, y puede que la medida del CNT responda a esta demanda y a la exigencia de que rueden cabezas por la muerte de Yunis.
Ayer, el jefe del ejecutivo, Mahmud Yibril, regresó a Bengasi, donde se la acusa de pasar poco tiempo. El CNT le ha encargado nombrar un nuevo comité, que calme las tensiones internas, que podrían arruinar la imagen de los rebeldes y su lucha hasta ahora compacta contra Gadafi.
Sobre el terreno, los milicianos parecen por fin avanzar en los tres frentes que tienen abiertos, incluso en el este, donde habían permanecido estancados desde hace semanas –parálisis de la que se culpaba en parte a Yunis. En las montañas de Nafusa, en el oeste del país, los revolucionarios dicen situarse a menos de 100 kilómetros de Trípoli, pero, una vez más, éstos podrían ser sólo espejismos en el desierto libio.
El mundo exige a asad reformas inmediatas
La comunidad internacional está perdiendo la paciencia con el presidente sirio, Bachar Al Asad, y así se lo hizo saber ayer Ahmet Davutoglu, ministro de Asuntos Exteriores de Turquía, fundamental aliado político y socio comercial de Damasco. El mensaje iba firmado también por Estados Unidos, que de momento prefiere permanecer en la sombra. Mientras, los que toman la iniciativa son los países emergentes no alineados: India, Brasil y Suráfrica enviarán a Damasco a sus representantes para exigir al régimen que lleve a cabo reformas democráticas y que detenga la violencia. En los enfrentamientos de ayer murieron decenas de personas, incluidos ocho niños, según activistas, en el marco de una ofensiva militar que se ha recrudecido en los últimos días, después de 5 meses de revueltas y más de 2.000 muertos.
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