Génova
Rajoy defiende más ajustes del gasto sin perjudicar a los débiles
Mariano Rajoy entró ayer en el fuego cruzado sobre los recortes sociales con el que arranca esta campaña electoral. Éste no es un debate menor o al menos así lo creen en la «cocina» estratégica de Génova, donde están convencidos de que la batalla por la mayoría absoluta se va a disputar en buena parte en encontrar el justo equilibrio entre decir la verdad y no dar munición gratuita a la ofensiva socialista de caricaturizarles con el estigma de los recortes.
Para combatir la ofensiva de Rubalcaba de aparecerse como el heraldo de la verdadera socialdemocracia Rajoy defendió que «no hay remedios milagrosos» para salir de la difícil situación en la que se encuentra España –«peor» que la de otros países de su entorno por la «responsabilidad» del Gobierno socialista–, pero que «existe una vía y un sendero para salir de esta situación» que sólo puede recorrer el PP. «Lo que viene no será un camino de rosas, pero será una senda a la esperanza y sabremos recorrerla con tino y con justicia», defendió ante la Junta Directiva Nacional del PP, máximo órgano entre congresos.
No dar coartada
En el Partido Popular están convencidos de que lleguen hasta dónde lleguen en la explicación de su programa, la izquierda más radical se movilizará ante sus primeras decisiones. Y creen también que dado que cualquier cosa valdrá de excusa para romper la paz social, ahora lo importante es conseguir un mandato amplio y no servir de coartada al discurso del miedo del candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba. Pero aún partiendo de estas premisas Rajoy también quiere aprovechar la campaña para irse allanando suavemente el terreno ante las difíciles decisiones que sí o sí le tocará adoptar al próximo Gobierno.
Ayer lo hizo con un llamativo tono presidencialista, más que de opositor que todavía tiene que ganarse la plaza en La Moncloa, que parecía estar pensado tanto para consumo doméstico como para los que nos vigilan desde fuera.
En este contexto ratificó el compromiso del Partido Popular con el control del gasto público, que es «inevitable», y con las decisiones que están adoptando sus comunidades autónomas. Al tiempo blandió la promesa de que sus decisiones para controlar el gasto público «no contribuirán a perjudicar a los sectores más débiles, que es exactamente lo que ha hecho el PSOE». «Zapatero nos deja dos lecciones. La primera, que ya sabemos lo que no hay que hacer: lo que se ha hecho a lo largo de estos años. Y la segunda, con el socialismo el único futuro es hundirnos todavía más», apuntó.
Mariano Rajoy trufó su intervención con apelaciones a la difícil situación económica de España –«las cosas no están bien, algo que saben los dirigentes socialistas aunque no lo digan»– y con mensajes dirigidos a dejar constancia de que es consciente del reto histórico que tiene por delante si gana las generales.
Conseguirlo depende de qué ocurre con la fractura y desmovilización de la izquierda, a la que se dedica en cuerpo y alma el candidato de los socialistas. Ayer el líder del Partido Popular volvió a envolverse en la bandera del Gobierno de «centro, moderado y de diálogo» que atenderá a todos los ciudadanos españoles «sin sectarismos y sin mirar al pasado».
Las listas las decide Madrid
Como informó este periódico el sábado, el PP abrirá el proceso de elaboración de sus candidaturas a mediados de este mes para dejarlas cerradas a mediados de octubre. María Dolores de Cospedal advirtió ayer a las organizaciones regionales que la última palabra la tiene Madrid y exigió que se ponga sordina al debate interno. El nombre de Ruiz Gallardón vuelve a estar sobre la mesa.
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