Sevilla

Zoido vs Espadas: del «Ahora o nunca» al «Podemos»

Zoido vs. Espadas: del «Ahora o nunca»... ...al «Podemos»
Zoido vs. Espadas: del «Ahora o nunca»... ...al «Podemos»larazon

Juan Espadas estaba clavado en los tacos de salida, viendo cómo su gran (en realidad único) adversario cobraba una ventaja considerable. Había escuchado el «preparados» que le hizo llegar José Antonio Viera, el gran muñidor de que cambie la política regional por la local, y el «listos» que le transmitió José Antonio Griñán dejándole fuera de su Gobierno entre elogios, pero le faltaba oír el «ya» que le permitiera salir disparado e iniciar su carrera electoral. Y ha sido el «ya Sevilla!» escogido por Juan Ignacio Zoido como lema el que ha propiciado que en el PSOE comprendieran algo que el alcaldable ya sabía, que era necesario acortar los plazos y «salir al ruedo» cuanto antes. La distancia que el candidato del PP tiene a su favor (en las encuestas, conocimiento entre el electorado y apoyo sin fisuras del partido) ya es lo suficientemente amplia como para que los socialistas le concedan todavía más dilatando el comienzo de la campaña del sustituto de Alfredo Sánchez Monteseirín. Aunque ello implique un pequeño «tirón de orejas» del Comité Federal, que niegue en público que haya concedido permiso al PSOE-A para adelantar la proclamación del alcaldable.

Las «hojas de ruta»Zoido lleva tiempo marcándole la agenda a Monteseirín y el PSOE y pretende seguir haciéndolo. Su plan es sencillo, pero eficaz hasta ahora. Ante las críticas reiterativas sobre su falta de modelo de ciudad ha encadenado dos actos de enjundia, el del pistoletazo de salida de su campaña y la intervención en el Fórum Europa, en los que ha mostrado sus cartas: austeridad, orden, cambiar la ideología por la gestión, eficacia y excelencia. En resumen, solucionar los problemas en lugar de crearlos. Compatibiliza, además, las grandes palabras con los pequeños, pero necesarios, actos. No abandona su apuesta por la micropolítica y continúa yendo al Polígono Sur o al barrio que sea para denunciar todo aquello que dificulte el día a día de los sevillanos. Sabe que es «ahora o nunca» por su posición privilegiada, la mala opinión mayoritaria de la gestión de Monteseirín, la situación de crisis, la influencia negativa de los errores de los gobiernos de José Antonio Griñán y José Luis Rodríguez Zapatero, el desgaste del pacto PSOE-IU... y un rival novato. Su apuesta fuerte de «o soy alcalde o me voy» es justo eso, una sacudida a la conciencia de la ciudad: o me dan la confianza necesaria para gobernar o ya no habrá motivos para quejarse. Espadas parte con desventaja aunque confía en recobrar el terreno perdido. Lo primero es darse a conocer entre los militantes socialistas, para lo que prepara un «tour» desde la semana que viene por las diferentes agrupaciones, y entre los ciudadanos, por lo que hará hincapié en palpar a pie de calle la realidad de cada barrio. Pretende ir desde lo particular a lo general, respirar el ambiente en cada distrito y alejarse de los despachos. Debe mostrarse lo suficientemente en sintonía con el todavía alcalde para no desvelar la desunión existente en un partido eternamente escindido, pero también marcar una prudente distancia para no cargar de munición los argumentos del PP de que es reo de la «herencia de Monteseirín y la hipoteca de Torrijos». En ese sentido, supuso una torpeza –¿o quizás una maldad de sus compañeros?– que en la primera imagen «oficial» de sustituido y sustituto juntos también apareciera, exageradamente sonriente, el portavoz de IU y primer teniente de alcalde. Sabe que los doce trabajos de Hércules casi fueron un juego de niños con la tarea que tiene por delante, pero se aferra al «podemos» basándose en su larga experiencia como gestor, su ilusión y la «marca PSOE».

El escenarioA un año vista de las elecciones municipales, un plazo temporal lo suficientemente amplio como para no elevar nada a definitivo, la situación a priori parece clara: el PP, a falta de apoyos de formaciones minoritarias, necesita conseguir la mayoría absoluta para gobernar. Algo tan complicado que sólo lo consiguió Manuel del Valle en 1983, pero en lo que los dirigentes populares confían, y no sólo públicamente en apariencia al hilo de un sondeo que así lo refleja, sino también –y esto es lo importante y sorprendente al tiempo– en conversaciones privadas. Al margen del «clamor de la calle por un cambio tranquilo», sostienen su optimista teoría en casos como los de Alberto Ruiz-Gallardón, Pedro Rodríguez o José Torres Hurtado, que también obtuvieron contra pronóstico mayorías absolutas en Madrid, Huelva y Granada, respectivamente. En las filas del PSOE, más en el Grupo municipal que en el provincial o en el entorno del candidato, se aprecia la sensación de que dan los comicios por perdidos y lo fían todo a la reedición del «pacto de progreso», versión 3.0. Una visión que no deja de ser realista pero que, si llega a calar entre sus militantes, puede conducir a un descalabro en las urnas o a una bajísima participación en los comicios.

El «comodín Torrijos»Tanto PSOE como IU saben que están condenados a volver a entenderse... salvo que la mayoría absoluta de Zoido sea una realidad el 22 de mayo de 2011. Los socialistas guardan bajo la manga un comodín barbudo y con pipa, que les puede permitir salvar los muebles, aunque entonces las exigencias de Torrijos para pactar permitirían un peso aún mayor (si eso es posible) de la formación de izquierdas en el Ayuntamiento, con lo que ello implica de soflamas republicanas por doquier, subvenciones bajo sospecha a países afines como Cuba y Venezuela y contratos que bordean o superan el límite de la irregularidad. Los votantes de IU son pocos pero fieles y están reforzados con el papel de socio de gobierno leal pero reivindicativo y que deja su impronta en el poder.

Las incógnitas Aún queda mucho, pero el panorama ha de sufrir un cambio radical para que los partidos minoritarios tengan un papel protagonista. El PA, de la mano de una hiperactiva pero aún poco atinada Pilar González, empieza a dejarse notar repartiendo «estopa» tanto a PSOE como a PP, a los que intenta «unificar» bajo la consigna de que ambos son iguales, y de ahí su simpático montaje del «juego de las diferencias» (físicas y de las otras) entre Zoido y Espadas. UPyD tiene el tirón de Rosa Díez, si bien ya está dividido pese a ser un recién nacido y constituiría un milagro que diese con un número uno capaz de concitar el interés de alguien más que de los desencantados con la política y un bipartidismo acusado.