Récord de muertes por el «narco»

México se desangra a ritmo acelerado: 47.515 muertes vinculadas con las drogas desde diciembre de 2006 –cuando el presidente Felipe Calderón lanzó una ofensiva militar contra el narcotráfico– hasta septiembre de 2011, aunque otras fuentes no oficiales cifran el número de víctimas en 60.420. La realidad mexicana es que el 70% del territorio está en manos de los narcos. Para entender estas terribles cifras de violencia hay que conocer los cambios de la última década en el tráfico de drogas con Estados Unidos. Los cárteles mexicanos han extendido su control sobre el contrabando de cocaína hasta el punto de que también están involucrados en el tráfico con Iberoaméricana, Europa y Australia. El incremento del valor de estos caminos aumentó la competencia y la violencia.

Además, a lo largo de estos años los cárteles han ido transformando la naturaleza de los delitos que cometen: ya no son sólo traficantes de droga, sino criminales. Como estas células delictivas han tenido dificultad para mover grandes cargas de droga en Estados Unidos debido a la presión del cumplimiento de la ley y las rivalidades entre pandillas, han tratado de generar ingresos mediante la diversificación de sus negocio: se han involucrado en el secuestro, la extorsión, el robo de carga, el robo de petróleo y coches, el contrabando de armas, el tráfico de personas, la prostitución y la piratería. Se han convertido en multinacionales del crimen.

Es difícil que el Gobierno logre un pacto o acuerdos con los cabezas de las células delictivas debido a la fractura de las distintas organizaciones durante la última década. La vía del dialogo queda descartada. Todavía parece más complicado aislar a la Policía del narcotráfico, dotarles de una formación adecuada y aumentar sus sueldos. Pero no todo pinta tan negro. La sociedad se ha concienciado y México todavía está lejos de convertirse en un narcoestado como Guatemala. En definitiva, batallas más complicadas se han ganado, y si no que le pregunten a Colombia.