París

Un museo para Aligi Sassu un amigo de Picasso y Mallorca

Un nuevo museo dedicado al pintor italiano Aligi Sassu en la ciudad de Atessa (centro de la costa adriática italiana), cuando se cumplen diez años de su muerte, recupera las raíces españolas del artista que pasó gran parte de su vida en la isla de Mallorca.

Una visitante contempla las obras
Una visitante contempla las obraslarazon

Contemporáneo de artistas como Pablo Picasso o Rafael Alberti, con los que mantuvo una estrecha amistad, Aligi Sassu (Milán, Italia 1919-Pollensa, España 2000) vivió una "nueva juventud"en Mallorca, donde descubrió e incorporó varios recursos que ahora pueden verse en el primer museo dedicado íntegramente a su obra.

Colores vivos, paisajes mediterráneos y la tauromaquia como elemento protagonista en una de sus series de cuadros son algunos de los préstamos que Sassu tomó de la tierra donde pasó los últimos cuarenta años de su vida, desde 1964, después de haber crecido en la isla italiana de Cerdeña.

"La cultura mediterránea une el mundo de Cerdeña al de España. Sassu leyó a los clásicos españoles, fue amigo de muchos artistas y tuvo siempre un amor especial por la pintura española", explicó a Efe Alfredo Paglione, cuñado de Sassu y uno de los mayores conocedores de su obra.

Entre sus influencias españolas, es quizás la de Pablo Picasso la que se deja sentir con más fuerza después de que ambos artistas entraran en contacto en la ciudad italiana de Albisola, cuando Sassu realizaba varios trabajos en cerámica.

"Los caballos corren muchísimo"
"Un día fue a ver a Picasso y éste, que se enteraba de todo, le dijo: ¿Todavía se pintan caballos en Italia? y Sassu contestó: Sí, querido Pablo, los caballos corren muchísimo", recordó entre risas Paglione sobre aquel primer encuentro.

Después vendrían más, fruto de una amistad que ambos pintores mantuvieron durante años, y el caballo se convertiría en uno de los protagonistas de las acuarelas del pintor italiano. Muchas de ellas pueden verse ahora por primera vez en un museo que se inauguró anoche y que, además de recuperar la obra de uno de los artistas italianos más conocidos del siglo XX aporta mucha información sobre su evolución.

Desde las obras futuristas realizadas a finales de los años 20 por un jovencísimo Sassu, hasta su madurez en los años sesenta y su interés por las corridas de toros, que puede verse en la serie "Tauromaquias", el museo de Atessa hace un recorrido temporal por la pintura y el diseño del último siglo.

A lo largo de 120 obras gráficas, entre ellas diez litografías, y 90 trabajos en papel que incluyen diseños, acuarelas y témperas, cedidos al museo por el propio Paglione, se observa cómo el futurismo inicial se diluye poco a poco en un interés hacia la representación de la vida cotidiana.

Acuarelas como "El ciclista"(1930), que precede a la serie "Ciclistas", o diseños como "Cabeza de caballo"(1932) son un ejemplo de esta evolución, que continuará durante su estancia en París, donde vivió una larga temporada.

En torno al romanticismo
Allí quedó deslumbrado especialmente por Delacroix y su pintura giró hacia el romanticismo, una tendencia que él interpretó de una forma particular. "El romanticismo para alguien como Sassu era pintar la vida", explicó la comisaria de la muestra Elena Pontiglia, quien destacó su "capacidad para dar a la pintura todo el sentimiento que la vida conlleva, incluido el sufrimiento".

Las series "Hombres rojos", "Crucifixiones", "Fusilamientos"o pinturas como "La razón rompe las cadenas"(1963) y "Las hermanas"(1965) son otras de las piezas que pueden verse en el nuevo museo, que nace con la voluntad de acoger también exposiciones temporales sobre obras gráficas.

Además de su amor por el arte y la poesía, Sassu reflejó también la brutalidad de un período difícil en obras como "Los fusilamientos de Asturias"(1935), en la que se pone de manifiesto su posición antifascista en los albores de la Guerra Civil española, "Carlistas que fusilan a un republicano"(1937) o en los diseños que realizó sobre la cárcel de Fossano, entre 1937 y 1938.

En su última etapa llevó a cabo además, importantes proyectos como "Los mitos del Mediterráneo"(1993), un mural de cerámica de 150 metros cuadrados para la nueva sede del Parlamento Europeo de Bruselas.