Puerto Rico

A qué planeta mudarnos

Más allá de nuestro sistema solar existen mundos con características similares a nuestro planeta. Eso sí, a la velocidad actual, tardaríamos 36 millones de años en llegar a un nuevo hogar donde empezar desde cero cuando hayamos destruido la Tierra 

A qué planeta mudarnos
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Ante la inmensidad del Universo, desde un punto de vista teórico, no es descartable que existan otros planetas que sean tan parecidos a la Tierra como para poder vivir allí en unas condiciones agradables. En nuestro «barrio», el sistema solar, todos esos mundos que orbitan alrededor del Astro Rey resultan bastante inhóspitos y la Luna, el único objetivo realista y conocido de primera mano, no parece un lugar ideal para establecerse. El cine y la literatura han jugado con la posibilidad de emigrar masivamente lejos de nuestro planeta azul, sobre todo cuando nuestra voracidad y desarrollo hubiera dejado éste en un estado lamentable por un holocausto nuclear o la contaminación. Pero la búsqueda de una nueva Tierra, un planeta habitable para el humano, es el trabajo diario de centenares de astrofísicos en todo el mundo. Y no es infrecuente encontrar astros que tengan características similares a nuestro hogar. Un trabajo publicado hace dos semanas en «Nature» afirmaba que la mayor parte de las estrellas de nuestra galaxia, la Vía Láctea, que son más de 100.000 millones, tienen a su alrededor planetas que se encuentran a una distancia tal de la estrella como para pensar que tendrían una superficie sólida.
Se conocen como exoplanetas a aquellos que están fuera de nuestro sistema solar y cada vez con más frecuencia son descubiertos otros nuevos con características muy diversas. En diciembre, la misión Kepler de la NASA daba un paso más en la búsqueda del «hermano gemelo» de la Tierra y se topaba con cinco planetas de un tamaño muy similar. Sin embargo, claro está que no sólo por tener una superficie sólida sobre la que caminar –otros son sólo de gas o líquido- y un tamaño semejante, un planeta puede ser considerado habitable. Daniel Fabrycky, astrofísico de la Universidad de California, explica que «la condición esencial para que un lugar permita la vida humana es la presencia de agua líquida, consideramos que un planeta se halla en la "zona habitable"cuando la temperatura de la superficie posibilita que halla agua en estado líquido. Pero hay que tener en cuenta otros factores como las condiciones atmosféricas, la inclinación de su eje o la duración del día, por ejemplo».
«De entre todos esos expoplanetas potencialmente habitables, sólo unos pocos tendrán al final unas condiciones óptimas para la vida humana, ya que nuestra definición de "habitable"es muy amplia. En los próximos dos años habremos confirmado qué parámetros tiene que tener esa auténtica segunda Tierra», añade Dimitar Sasselov, profesor de Astronomía de la Universidad de Harvard (EE UU).
Pero, ¿hay ya algún buen candidato al que mudarnos en el futuro y empezar allí de cero? El profesor Abel Méndez, del laboratorio de habitabilidad planetaria del Observatorio de Arecibo en Puerto Rico, no tiene «ningún planeta favorito por ahora, ya que los planetas que se han descubierto hasta el momento y parecen habitables podrían ser más propicios para microorganismos que para la vida compleja de plantas, animales o seres humanos».
Estudiar astros que se hayan a miles de años luz de la Tierra parece algo imposible para un profano, que asocia la observación astronómica con un hombre estudiando el cielo con un telescopio. La evolución tecnológica ha permitido ampliar el catálogo de exoplanetas en la Vía Láctea por encima del millar. «Realmente es muy difícil observar los planetas en otras estrellas, están muy lejos. Más bien lo que vemos es cómo el planeta afecta a la estrella, ya sea haciéndola moverse o bloqueando parcialmente su luz», explica Méndez. Fabrycky es más específico. «La espectroscopia detecta el temblor de la estrella caliente (el Sol de otros sistemas solares) como reacción a la presencia del planeta y así detectar los componentes de su atmósfera. También está la fotometría, que detecta los cambios en la luz conforme los planetas pasan frente a sus estrellas». Sin embargo, un nuevo método, la microlente gravitacional, ha permitido localizar mucho más.
En cualquier caso, asumiendo que encontrásemos el planeta idóneo, el problema sería cómo llegar allí. Por ejemplo, la distancia hasta la estrella Kepler-20 es de 950 años luz. A la velocidad de un trasbordador espacial actual tardaríamos 36 millones de años en viajar hasta allí. Así que deberíamos tener supernaves cuyo combustible proveniese, por ejemplo, de la fusión nuclear (no la actual fisión, la fusión implica conseguir una energía ilimitada). No obstante, los científicos no focalizan los obstáculos en el combustible. «Para llegar tan lejos, el ser humano tendría que evolucionar a nivel biológico, extendiendo su vida indefinidamente. Algunos científicos creen que esto es posible y que todo comenzará en algunas décadas, poco a poco», afirma Méndez.
Con todo, puede que los que primero vean un nuevo mundo no sean unas personas con los ojos vidriosos embargados de emoción, sino los ojos, también vidriosos pero sin vida, de un robot. Ellos sí pueden hacer tan largo viaje.