Nueva York

Cut Copy a golpe de bongo

Han tardado tres años en publicar nuevo trabajo después del éxito arrollador de «In Ghost Colours». Debe ser cosa del ritmo australiano de vida, aunque también es una declaración de intenciones.

Cut Copy compuso su nuevo trabajo en un almacén abandonado de Melbourne
Cut Copy compuso su nuevo trabajo en un almacén abandonado de Melbournelarazon

Los cuatro de Cut Copy (traducido por «corta y pega») se encerraron en un almacén abandonado de Melbourne en un clima de furor «hippie» que quizá explique tanta demora. «Buscábamos hacer un disco que fuera como la suma de pequeñas fotografías de un país imaginario», dice al teléfono desde un sitio que suena como las antípodas Mitchell Scott, indescifrable acento australiano.

 El cuarteto acaba de lanzar «Zonoscope», su tercer álbum, marcado por el designo de la experimentación. «Podríamos haber vuelto a repetir la fórmula, pero la razón por la que hacemos música es la misma que nuestra autoexigencia. Probar sonidos nuevos, pasarlo bien», explica Scott. La banda comenzó a imaginar el álbum en un almacén en los suburbios de Melbourne (Australia).

Cacharros y colchones

Dejaron volar su imaginación durante horas perdidas en un espacio que para insonorizar adecuaron con colchones viejos amontonados. El grupo, que saltó a la fama por dos «hypes» como «Hearts on fire» y «Lights and music», rompepistas de estribillo fácil, entregan un álbum con una última canción («Sun god») de quince minutos que envuelve como una niebla aluciógena, como un mantra. «Me encanta esa parte del disco –señala Scott–. Me trae las sensaciones de volver de un viaje largo». En ese ambiente utópico que duró más de tres meses funcionó la democracia. Y nació la idea del «Zonoscopio», que, según Scott, sería «como un instrumento o una cámara para asomarse a otra parte. Sí, es absolutamente místico», concede el australiano. Compraron montones de extraños instrumentos de percusión: bongos, rototoms, congas, hasta diez tipos de cocteleras, incluso botellas de vino con diferentes medidas de agua. «Nos sentíamos libres. No teníamos que mirar el reloj para saber cuándo se acababa nuestro tiempo, como si fuera un estudio que pagas por horas», cuenta Scott. La portada, una obra del japonés Sinusuk Kamura, muestra una imagen de Nueva York con el agua cubriendo tres cuartas partes del Empire State. Scott explicó en la entrevista, que tuvo lugar antes del terremoto y el «tsunami» de Japón, que más que catastrófica, la imagen». Es un poco escapista», añade.


Dónde: Sala Heineken. Calle Princesa, 1. Madrid
Cuándo: el 22 de marzo, a las 21:00 horas.
Cuánto: 20 euros.