
Crisis política en Francia
Macron prepara el relevo de Bayrou tras la moción
El gobierno francés caerá hoy al perder la confianza de toda la oposición y no contar con ningún apoyo para aprobar las cuentas

Es la crónica de una muerte anunciada, salvo milagro de última hora. Un milagro por el que nadie apostaría un café en Francia. El gobierno de François Bayrou caerá esta tarde tras una moción de confianza a la que ha decidido someterse el primer ministro francés y ante la que toda la oposición, tanto el bloque de izquierdas como la ultraderecha, ya ha adelantado que va a votar en contra. Un suicidio político programado ante la falta de apoyos para sacar adelante sus presupuestos de 2026 que incluyen fuertes recortes por valor de 44.000 millones de euros para enderezar la disparada deuda que alcanza los 3,3 billones de euros con un déficit de 5,4% del PIB, lejos del 3% que marca Bruselas.
Los contactos que Bayrou ha mantenido durante los últimos días con las diferentes formaciones políticas han sido inútiles para revertir su más que descontada caída.
Ante lo que parece un trámite parlamentario, el interés desde hace días parece focalizado en lo que suceda a continuación. Y de nuevo la palabra la tendrá Macron. El presidente francés, que la semana pasada volvió a dejar claro que piensa agotar su segundo mandato hasta 2027, tiene dos opciones sobre la mesa: recambio de primer ministro o vuelta a las urnas con una repetición de legislativas que esta vez sí es posible al haber pasado un año desde las anteriores. Ni una ni otra opción tienen garantizada la estabilidad para el país, más bien lo contrario, parecen nuevos parches para seguir en turbulencias en un país sin cultura de pacto parlamentario y donde tres bloques sin mayoría exponen numerosas líneas rojas y vetos como para articular algo estable.
Tras el derrocamiento del conservador Michel Barnier en diciembre pasado y ahora del centrista Bayrou, la novedad es que Macron estaría estudiando la posibilidad de nombrar a un primer ministro socialista que no tuviese el veto de la derecha. No parece tarea fácil y el casting se presenta restringido. El favorito hasta ahora era el actual ministro de Economía, Éric Lombard, amigo personal del actual secretario general de los socialistas, Olivier Faure, pese a que su vinculación con el PS queda ya lejana en el tiempo. Su activo es al mismo tiempo su problema. Es el autor del borrador de los presupuestos con recortes draconianos. No estaría mal visto por la derecha y es muy apetecible por el centro liberal pero tendría muy complicado el apoyo por la izquierda que precisamente se moviliza contra esos recortes.
Otra hipótesis que suena es la del propio Olivier Faure para atar definitivamente el apoyo del sector socialdemócrata. Faure ya ha mostrado su disposición a conversar sobre su entrada en el Gobierno pero reclama un gabinete nítido «de izquierda» que difícilmente puede contar con apoyos de la derecha moderada según advierte un peso pesado del actual gobierno, el ministro del Interior, Bruno Retailleau.
El PS es consciente de que su entrada en el gobierno provocaría la guerra total con la izquierda radical de Mélenchon que se muestra intransigente en su demanda de repetición de elecciones legislativas como lo hace Le Pen, e incluso la petición de dimisión de Macron. Lo que parece claro, en esta situación de máxima inestabilidad, es que de una u otra forma Macron tiene que meter a los socialistas en la ecuación de la solución para que una eventual moción de censura no tumbe al recambio de Bayrou.
La otra alternativa al reemplazo de primer ministro sería la de una nueva disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria a las urnas. El riesgo es que todo siga igual, como proyectan algunos analistas en demoscopia. Es decir, un hemiciclo partido en tres bloques irreconciliables y sin mayorías. Un gasto de tiempo y dinero que Macron ya ha expresado que quiere evitar.
A la incertidumbre política de los próximos días podría sumarse un estallido social en las calles de Francia de la mano de un calendario de huelgas sectoriales y paros que tendrán su primer acto el próximo miércoles día 10 con un movimiento nacido en redes sociales bajo el nombre «Bloqueemos todo» del que pocos datos se tienen. El movimiento nació este verano en respuesta, sobre todo, a los dos días festivos que se pretenden suprimir en los nuevos presupuestos pero de ahí ha ido evolucionando a través de redes de mensajería encriptada como Telegram o sobre todo, Signal. Es una auténtica incógnita la fuerza que ese movimiento puede tener y las estrategias que se están estudiando en secreto aunque las fuerzas del orden ya se preparan para evitar una jornada negra en el país. El movimiento incluye una nebulosa de actores sobre todo de los extremos políticos, de la extrema izquierda pero también de la ultraderecha.
La mayoría de formaciones políticas y sindicales se han mostrado muy reacias a darles su apoyo al no saber exactamente ni sus reivindicaciones ni el tipo de actos que pretenden acometer. Tan sólo Jean-Luc Mélenchon les ha ofrecido su apoyo y esto ha podido condicionar a politizar en parte el movimiento y las consecuencias de lo que puedan hacer el miércoles en la calle. La intersindical, por su parte, ha preferido optar por una convocatoria de paros propia para el día 18 y antes de esa fecha también hay convocados paros sectoriales.
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