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El arzobispo Sistach nombra a tres nuevos sacerdotes

La Solemnitat de Sant Josep abarrota la Sagrada Familia

El rito central consistió en la ordenación de los tres sacerdotes, por parte del cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach. Los tres prestaron juramento tras ponerse de cara a tierra como símbolo de humildad y de profunda oración.
El rito central consistió en la ordenación de los tres sacerdotes, por parte del cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach. Los tres prestaron juramento tras ponerse de cara a tierra como símbolo de humildad y de profunda oración.larazon

BARCELONA- Coincidiendo con la Solemnitat de Sant Josep, celebrada en el templo de la Sagrada Familia, el cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, decretó la ordenación como preveres, sacerdotes, a los monseñores José Fernando Campoverde, Josep Rodríguez y Ramon Santos.

La ceremonia contó con una masiva asistencia, sin autoridades políticas, pero con un público fiel que llenó la basílica de la Sagrada Familia en un soleado sábado. La ordenación presbiteral comenzó puntual, a las 17.00 horas. Los que tenían que ser ordenados de prevere, fueron revestidos en la procesión inicial con alba y estola diaconal. En ese momento, se entonó el canto de entrada.

Canto a Dios
Tras el saludo del arzobispo a la asamblea de sacerdotes, se llevó a cabo el acto penitencial y el canto «Gloria a Dios que está en el cielo», incluido en la Solemnitat de Sant Josep. Tras ese momento, comenzó la liturgia de la palabra, que significaron los cantos de varios pasajes de la Biblia, con el acompañamiento del público.

El siguiente paso fue la presentación de los candidatos, anteriormente citados, y la petición de ordenación. Tras aprobarse que los escogidos son dignos de ser ordenados preveres, el arzobispo Sistach hizo la formal elección, en nombre de Dios.

En su homilía, Sistach expuso a los candidatos lo que supone ser escogido sacerdote. Tras este acto, el arzobispo mantuvo un breve diálogo con los ordenados, que concluyó con la promesa de obediencia que hicieron los futuros preveres.

Tras la promesa, llegó la Letanía de los Santos, en los que los ordenados se pusieron de cara a tierra, como símbolo de humildad y de profunda oración. En ese momento, el cardenal arzobispo de Barcelona quiso aprovechar la ocasión para pedir un homenaje para «los hermanos de Japón y del norte de Africa, que están pasando por momentos difíciles».

Tras este homenaje a países con dificultades, llegó el acto central de la ordenación, el arzobispo impuso sus manos sobre la cabeza de los que fueron ordenados como sacerdotes, como símbolo de transmisión del Espíritu Santo. Los preveres ahí presentes, para expresar su comunión con el gesto episcopal, impusieron también sus manos sobre quienes recibieron la ordenación, todo en silencio.

El rito de la ordenación empezó a finalizar con tres ritos, el último de los cuales fue un Beso de Paz, del arzobispo hacia los recién designados sacerdotes. Lo mismo hicieron todos los preveres presentes, como signo de comunión, para demostrar que forman un mismo colegio presbiterial. «El sacerdocio tiene futuro, porque ofrece la palabra de Dios», manifestó Sistach.