Ciclismo

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Tiralongo con el permiso de Contador

Nuevo ataque del madrileño en Macugnaga con victoria cedida al que fuera su mejor gregario en el pasado Tour de Francia

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Macugnaga - Dicen que los grandes campeones se forjan sobre la carretera, no sólo siendo los más fuertes sino también los más gentiles, educados y correctos en esa ética no escrita que son las leyes de los corredores. Sólo ellos las conocen. Corrió con ese dictamen Paolo Tiralongo, amigo y rival a la vez ahora de Alberto Contador, fuerte, superior en la parte media de la ascensión a Macugnaga, un puerto tendido e irregular, de media ni siquiera un 4% y largo, eternos 28 kilómetros entre rampitas, tramos planos y curvas, muchas curvas, y lluvia, aguacero incesante cuando a bloque y fuego entró la armada del Katusha, que más que rusa es española. Losada, Dani Moreno y en cabeza, matador, más "killer"que nunca Di Luca. En pie de guerra, Joaquim Rodríguez, la mecha ganadora para tumbar la penúltima llegada en alto de este Giro. No se lo permitió Contador.

El Giro se corre al ritmo del líder pues un buen campeón tiene que ejercer de patrón no sólo con sus pedales, también con los del resto. La marcha intimidadora y crepitante del Katusha dejó la última fuga de dos unidades y moribunda. Jerome Pineau y Matteo Rabottini resistieron hasta donde pudieron. Hasta que atacó Paolo Tiralongo y abrió la caja de los deseos, anhelos de todos aquellos que aún, a dos etapas para llegar a Milán y con sólo un final en alto más, el de Sestriere donde Contador promete que no se plantea jugar al ataque y limitarse sólo a mantener la "maglia"rosa, no se han llevado la botella de cava al hotel. Uno de ellos es Purito que "como buitre"decía antes de la "corsa rosa"iba a pedalear en pos de una victoria que aún no ha llegado. Hoy era el día. Macugnaga era el puerto. El ataque era el bueno. Poco tardó en saltar Contador a su intentona, manía persecutoria. Dicen algunos, los más punzantes, que el madrileño se la tiene guardada por la jugarreta del bravo catalán en Mende, el año pasado en el Tour.

Ese Tour donde Paolo Tiralongo fue el gran gregario, junto al sorprendentemente emergente Dani Moreno. Ése, Paolo Tiralongo que ahora es amigo pero también rival, pues corre con el sueldo de Roman Kreuziger. El enemigo. Con todos distanciados, con el gregario del rival y amigo delante, más fuerte lo que les une que lo que les separa, Contador saltó. "Me lo ha pedido el cuerpo". Sólo atiende a sus razones, al corazón fiero que le empuja. Apenas tardó doscientos metros en atrapar a Purito, que seguía pedaleando pero cada vez con más rabia, fiero. Delante Tiralongo proseguía su camino. No tenía miedo porque poco antes, a seis kilómetros, Alberto le había dicho que atacara en ese momento. Y él, el gregario que se ha quedado en el Astana "por el contrato que tenía de dos años", pero que seguramente volverá a ser el obrero del madrileño el próximo año, hizo caso al líder gentil.

Cuando le atrapó, pudo haberle ganado, fácil. Humillándole. Pero no quiso. "Muchas de mis victorias el año pasado en el Tour fueron por él". Cesión merecida aunque Joaquim Rodríguez no pensó lo mismo. Cuando llegó a la meta de Nevegal, en la cronoescalada, el catalán estaba muerto. Sediento. "Agua, agua". No acertaba a decir más. En Macugnaga la hubiera necesitado para apagar todo su minúsculo cuerpo ardiente en llamas. "Yo también he corrido con él, pero no se nota. ¿Qué te voy a contar que no se haya visto". Fuego. "Alberto es un poco avaricioso, parece que lo quiere todo para él", opinaba uno de los gregarios de Purito al llegar a meta y escuchar en boca de sus masajistas lo que había ocurrido. La victoria de Tiralongo, el amigo, por cesión de un señor, el caballero Contador. Todo en este Giro pasa por su permiso o negativa.