Centro de Arte Reina Sofía
Dalí en un garaje
El arte en muchas ocasiones, especialmente antes de las revoluciones promovidas por los «ismos», tenía la función de decorar, de llenar el vacío de una estancia evocando un paisaje, una escena religiosa o un bodegón. La cosa sigue más o menos así tantos años después.
En un garaje de la Barcelona gótica, en la calle Ripoll, entre diferentes coches, el pasado sábado dormía el sueño de los mortales una escultura de Dalí de grandes proporciones. Como si se tratara de un vehículo más, la pieza –supuestamente relacionada con la colección Clot– tenía su espacio reservado, como si se tratara del coche de mi vecino. Desde luego la función no era decorativa, aunque eso podría parecer a primera vista. Lo que se logra es desacreditar el valor de un artista como el surrealista ampurdanés.
¿Tan bajo ha caído Dalí como para acabar aparcado en un garaje? ¿Quién está detrás de todo esto? Uno no quiere equivocarse, pero uno sospecha que algo tiene que ver el espacio supuestamente dedicado al artista cerca de la catedral y que gestiona Juan Javier Bofill Pellicer con el visto bueno del Real Círculo Artístico.
Urge que la Fundació Gala-Dalí ponga orden a todo lo que rodea a la obra escultórica del genio. Urge acabar con la idea de que Dalí puede ser un chiste con el que hacer negocio. Es nuestro patrimonio y no una pieza de garaje.
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