Bruselas
Una cumbre trascendental
La Cumbre extraordinaria que la UE celebra hoy en Bruselas debe suponer un punto de inflexión en la espiral de crisis de la deuda soberana que amenaza con llevarse por delante hasta la unión monetaria europea tal y como la conocemos. Europa se juega su futuro, con la existencia de la moneda única, al poner sobre la mesa de Bruselas las cartas de los problemas de la deuda y de las posibles soluciones. Elevar, incluso por encima del billón de euros, el fondo de rescate para facilitar a los Estados en dificultades préstamos a un coste que no podrían obtener en el mercado, parece la opción más aceptada para acabar con la presión especulativa y tranquilizar a los inversores. Pero es algo que no depende exclusivamente de criterios económicos y ha puesto de manifiesto que, al mismo tiempo que la crisis financiera, se advierte una crisis política en el seno de la UE. La clase política se ha mostrado incapaz de arbitrar soluciones en el momento oportuno y en evitar una espiral que ataca ya directamente a Italia y espera para saltar sobre la deuda del Reino de España. En este difícil contexto ha resultado contraproducente la existencia de una Europa de distintas velocidades, de un club de países ricos que imponen las normas de mercado y financieras a las que se deben acoger no ya los 15 del euro, sino los 27 Estados que conforman la Unión. La carta de Grecia es la única clara sobre el tapete: no hay forma de salvarla si no es a base de una quita de la mitad de su deuda y aplicarse aún más en la escalada de recortes y sacrificios para los griegos que justifiquen cada uno de los tramos de crédito facilitados al Gobierno de Atenas para evitar el desastre. Y la carta de Italia se ha vuelto extremadamente inestable en el juego y sólo las serias advertencias efectuadas estos días al Ejecutivo de Berlusconi pueden salvar a Italia de ser condenada por los mercados. Su gobierno luchó ayer, con gran riesgo de caer en el intento, hasta conseguir un acuerdo nacional para nuevos recortes y hacer posible que «Il Cavaliere» lograse algún plan que presentar enla Cumbre a sus socios europeos y a los mercados. Tampoco España está a salvo pues, al margen de las declaraciones de Sarkozy y su elogio al trabajo de Rodríguez Zapatero y Rajoy, lo cierto es que hoy España se enfrenta a una posible depreciación de su deuda externa. Preocupa con razón a los españoles que la decisión que se adopte en la Cumbre suponga que nuestra deuda quede, en palabras del propio Rajoy «estigmatizada». Afectaría durante muchos años al prestigio de la marca España en los mercados. En Bruselas nos jugamos hoy la viabilidad del euro, pero los españoles podemos perder además muchos años de nuestro futuro. De ahí el apoyo mostrado por el Partido Popular al Gobierno y las gestiones emprendidas en el mismo sentido en Bruselas por el equipo de Rajoy. Es obligado apoyar ahora al Ejecutivo ante Bruselas, aunque la situación sería muy diferente si Elena Salgado se presentase hoy con los deberes bien hechos, con el déficit controlado y la credibilidad sin desgastar por la ineficacia de una política económica autista durante años ante la crisis.
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