San Sebastián
En la mesa con ETA
La libertad del País Vasco está regada por la sangre de muchos socialistas cuya memoria está siendo ultrajada por unos dirigentes en apuros. Su participación en el contubernio proetarra que arranca mañana en San Sebastián es la culminación de un proceso abyecto de rendición y entrega. El que vaticinó hace más de seis años la madre de Joseba Pagaza, socialista asesinado por ETA, cuando alertó de que el PSOE terminaría haciendo cosas que nos helarían la sangre por poner «en un lado de la balanza la vida y la dignidad, y en el otro el poder y el interés del partido». Entonces, Patxi López, líder del socialismo vasco, se había reunido con Otegi, cabecilla de Batasuna, ilegalizada por el Tribunal Supremo por ser parte de ETA. A la vista de todos, PSOE y ETA compartían mesa con un mantel tan negro como el maridaje que han mantenido desde que Zapatero, aún en la oposición, decidió convertir a la banda terrorista en actor político de su visionaria segunda transición. Él firmaba el Pacto Antiterrorista con Aznar y sus hombres en el País Vasco negociaban con Josu Ternera la tregua pactada que llegaría después. Y con ella, la negociación política, las cesiones al chantaje terrorista, los «chivatazos» policiales, las togas manchándose con el polvo del camino, la ruptura fingida tras la bomba de la T-4, convertida en accidente en el subconsciente del líder de un partido entregado. Mañana es Rubalcaba quien se sienta en la mesa con los enviados de ETA para mendigar la limosna de un gesto que pueda canjear por un puñado de votos. Lo que ha venido haciendo el PSOE desde 2001 con el silencio avergonzado de muchos militantes que ven su dignidad por los suelos.
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