Melilla

Feliz Ramadán Rubalcaba

Los comerciantes musulmanes de Melilla atribuyen el fin del conflicto a su gestión esgrimiendo el mes de ayuno

Yusef Kaddur, representante de los comerciantes musulmanes
Yusef Kaddur, representante de los comerciantes musulmaneslarazon

MELILLA- Como si fuera finales de diciembre en la Gran Vía, el alumbrado viste este mes de agosto las principales avenidas de Melilla (Juan Carlos I, Reyes Católicos) para felicitar el Ramadán en bombillas de colores rojo y blanco. No se espera a sus Majestades de Oriente, pero las tiendas de Zara y el «merchandising» de Bob Esponja siguen dictando sus normas entre chilabas e hiyabs, sin atender a los grados de temperatura.

El calendario lunar musulmán ha ubicado el ayuno en los días más largos y calurosos del año. Desde el amanecer hasta el ocaso, los fieles de Mahoma mayores de 16 no prueban bocado ni ingieren líquidos. No tienen sexo ni fuman. Al caer la noche, el gremio del taxi, que se nutre de población bereber, desaparece casi al completo para restablecer el cuerpo. Said, trece horas al volante, asegura que es simple mentalización, «incluso los martes juego partidos de fútbol y los jueves practico kárate. Todo está en la cabeza».

Desconfiadamente cordial, el representante de los comerciantes musulmanes de la ciudad autónoma, Yusef Kaddur (Melilla, 1975) sostiene que la celebración religiosa ha sido argumento principal para convencer a los manifestantes marroquíes de que toleren el tránsito normal con la frontera de Beni Enzar, principal paso comercial. «Hablamos con ellos, con los responsables de la Sociedad Civil del Norte de Marruecos y con los del Gran Rif el pasado martes a las doce de la noche y les advertimos del perjuicio que estaban causando a la población que vive del comercio de Melilla. Es decir, a nosotros y a ellos. Tomaron conciencia. Y al margen de lo que se logre con las gestiones diplomáticas españolas, ellos se han comprometido a posponer cualquier acción de protesta hasta el fin del ayuno». Según esta versión, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, tendría que felicitarse porque el Ramadán le haya allanado su misión ante Rabat, que tendrá lugar el próximo lunes.

La Asociación de Comerciantes del Polígono, conocida como «El Rastro», domina una zona comercial melillense netamente musulmana. La sede, un zaquizamí, está junto a una mezquita. Yusef es la voz de unos trescientos comercios que venden charamarilería, babuchas, prendas de la zona –«marroco-marroco»–, alimentación y trapicheo vario. Cree que la frontera necesita una mejor regulación y justifica sin ambages el boicot marroquí que ha desatado el conflicto diplomático: «Venimos denunciando problemas desde hace más de tres años. Y sí, hay abusos». Para explicarse, Yusef equipara la democracia española y el reino de Marruecos y aclara que «si Chamtri y Monaim (dos de los líderes de la revuelta) han podido llevar a cabo estas protestas es porque contaban con los permisos necesarios. Toda la culpa es del Delegado del Gobierno español que debería haber evitado las causas».