Estreno
Una tragicomedia lorquiana
Pilar Távora suele navegar por las aguas del documental, pero se remoja, de cuando en cuando, en la ficción («Nana de Espinas», «Yerma»). Elaborando uno de sus reportajes para Canal Sur, sobre el teatro andaluz, le dio un pellizco la obra «Mi made amadísima», de Santiago Escalante: «Se trata de una historia que no estaba contada», señala la directora. Le prometió al autor que la llevaría al cine y acabó por cumplirlo con el mismo actor protagonista de la obra, Ramón Rivero, que interpreta a Alfredito. Es un vestidor de la virgen de un pueblo andaluz, que, desde la cincuentena, le confiesa a la talla sus vicisitudes desde que nació a través de «flashbacks». «Reconocemos la figura del mariquita de pueblo, que es secundaria incluso dentro del colectivo gay». Alfredito, un personaje un tanto arquetípico, crece en pleno, es víctima de un padre maltratador, una madre sobreprotectora y un entorno que no disimula su incomodidad por su más que evidente amaneramiento y censura sus encuentros a la orilla de la laguna con el hijo del alcalde. Las huellas del monólogo original son bastante evidentes en la estructura de la trama, aunque, la directora lo niega, a pesar del acervo escénico familiar que posee, pues es hija del dramaturgo Salvador Távora: «Mí película no tiene nada de teatral», lo zanja así de rotunda. La soberbia actuación del protagonista deriva entre los momentos más cómicos y el tono dramático que adquiere, sobre todo, en el tramo final.
Hablar a la VirgenEste marcado contraste de tonos ha sido buscado intencionadamente: «Aunque en la obra había mucho humor, yo tiendo al dramatismo. Para eso soy muy mediterránea, griega, gitana...», confiesa Távora. Son evidentes sus esfuerzos por ofrecer una mirada naturalista a la Andalucía de las distintas épocas por las que transcurre la trama, a pesar de que ciertos pasajes, como el del servicio militar del protagonista, pierden rigor en favor de la comedia: «Es muy andaluza esta relación con las imágenes, que debe ser de tú a tú», señala. Y concluye añadiendo a este respecto que «una cosa es la tradición y otra la apertura demente».
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