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España y el futuro del euro

La Razón
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Si el futuro del euro se juega en los próximos tres días, el encaje de España en ese futuro pasa por la culminación del plan de reformas que el Gobierno de Rajoy puso en marcha hace seis meses. Así lo reiteró ayer la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría en la lección inaugural de la Escuela de Verano de LA RAZÓN que nuestro periódico organiza en colaboración con la Universidad Católica de Ávila. Entre las reformas estructurales pendientes cobra especial importancia la relativa a la Ley de Bases de Régimen Local, cuyos objetivos fundamentales son eliminar las duplicidades administrativas y suprimir las barreras burocráticas que entorpecen la unidad de mercado. Es decir, optimizar el gasto y estimular la actividad empresarial, los dos ejes con los que Europa quiere salir de la crisis. Sáenz de Santamaría desmontó el falso dilema que se pretende establecer entre austeridad y crecimiento, pues sin la primera no es posible crecer de forma sostenida. Y España aún tiene mucho trecho que recorrer para cumplir con sus compromisos comunitarios. Los datos del déficit a mes de mayo (3,41% del PIB), publicados ayer, revelan que el Gobierno está embridando el gasto, si bien la caída de la recaudación en concepto de IVA y del impuesto de sociedades exige un mayor esfuerzo de ahorro, sobre todo en el funcionamiento de las administraciones y su «parafernalia acumulada durante los años», en acertada expresión de la vicepresidenta. No tendría sentido que España mantuviera intactas sus inercias mientras la UE camina a grandes pasos hacia la unión fiscal y bancaria. Nuestro país es el cuarto de la zona euro y como tal está llamado a ejercer un papel protagonista y a negociar con Alemania, Francia e Italia lo más conveniente para los españoles. A eso se están aplicando con tesón y firmeza Mariano Rajoy, De Guindos y García-Margallo, entre otros. Se trata de una encrucijada vital para la pervivencia del proyecto europeo, en aras de la cual los estados miembros deberán ceder parte de su soberanía fiscal y someterse a la supervisión presupuestaria de un «superministro» de finanzas con amplios poderes, incluso para modular las emisiones de deuda. Europa ha llegado a un punto de no retorno en su unidad monetaria, de forma que sólo puede superar el trance gestionando competencias hasta ahora exclusivas de los estados y estableciendo una «unión de endeudamiento», como la ha definido la canciller Merkel. En suma, estamos en los albores de un Tesoro común. Ni que decir tiene que el futuro del euro pasa inexorablemente por España y su capacidad para combatir la recesión. Tiene músculo para ello. Como afirmó ayer la vicepresidenta en la Escuela de Verano, «somos un país con la ventaja de haberse hecho a sí mismo en medio de las dificultades». Austeridad y reformas para crecer, ésa es la receta.