ALEMANIA: cirugía de hierro desde el minuto uno

Madrid. Reducir el gasto público para asegurar el futuro del país. Ésa fue la explicación que la canciller alemana, Angela Merkel, dio en junio de 2010 cuando presentó su plan de ajuste. La «campeona de la austeridad» fue de las primeras en predicar con el ejemplo y poco antes de que la crisis de deuda empezase a arreciar con fuerza en Europa, presentó su programa para asegurar la sostenibilidad de sus cuentas públicas. El plan contempla una reducción del gasto público de 80.000 millones de euros hasta 2014. Este año, el Ejecutivo germano espera ahorrar 11.000 millones eliminando entre 10.000 y 15.000 funcionarios –al resto se les reduce el sueldo un 2,5%– y con recortes en las carteras de Trabajo y Asuntos Sociales, Infraestructuras y Construcción, así como de Defensa –se reduce la plantilla de las Fuerzas Armadas en 40.000 efectivos–, pero sin aumentar el IRPF u otras cargas impositivas. De hecho, Merkel anunció hace un mes una bajada de impuestos de 6.000 millones de euros en 2013 y 2014. Sí se incluía en el plan la introducción de un impuesto a las transacciones financieras con el ánimo de recuperar parte del dinero que el Estado ha tenido que invertir para rescatar a las entidades financieras germanas en apuros por la recesión.