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OPINIÓN: Continuismo
Atribulado por el fallecimiento de la mona Chita (que resultara ser macho hará que alguna ensayista talibana acabe planteando que quienes sufrimos la muerte de la madre de Bambi y luego nos encariñamos de un mono como si fuera una mona somos homosexuales encubiertos) se me había pasado comentarles lo que va de ayer a hoy, que hace apenas nada oíamos a Camps decir que tenías unas ganas «locas, locas» (con un deje mariquita que avala la tesis de la ensayista talibana) de que se supiera la verdad y ahora resulta que la verdad que está saliendo ante el Jurado lo pone inquieto como una hiena y al borde de la expulsión de la sala. A lo que iba: empieza el año con la pena por Chita y la misma copla. Esta vez la canta el exministro Blanco, que apela a la verdad y sus resplandores en lo que toca a su entrevista en la gasolinera con un conocido chorizo de su barrio. Más blanco que nunca, con apariencia de haberse quedado sin sangre, comparece a decirnos que está más limpio que una patena, que es lo mismo que decía Camps. Las cosas, por lo visto, se suceden a sí mismas: si hasta ahora eran del PP los que daban con sus huesos en el banquillo, las tornas se han vuelto y los que acaban encausados son los poncios del PSOE, a la vez que se reproducen las discusiones lingüísticas que en su día propiciaran las talibanas Pajín y Aído sobre si debemos llamar «de género», «contra la mujer» o «doméstica» a supuestos en que se ve claramente que lo que ha pasado es que un hombre ha matado a una mujer. Lo demás son pamplinas y talibanadas en las que se enredaron las hordas ignorantes hasta el punto de que las palabras les ocultan los hechos y ya no les permiten ver con claridad. Y Blanco buscando la verdad con un candil.
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