Pekín

Huracán Wiggins

El inglés sella su triunfo en el Tour con una holgada victoria en la crono

Huracán Wiggins
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Qué desdichado Luis León, el del extraordinario golpe de pedal, el de la plata imponente y el porte exquisito que, sentado cerca del podio porque con la crono aún inacabada no tiene acceso todavía, apoya la cabeza en la mano, se rasca la barba afeitada, invisible a las cámaras después. No es de impotencia el gesto de negación que le sigue, tampoco de rabia. No hay resignación en su mirada porque ya dos horas antes, cuando le sentaron en el trono que da nombre al mejor tiempo de la contrarreloj de Chartres, ya se sabía que su espera allí iba a ser en balde. Que un huracán arrasaría con él y con todos. Y no se equivocaba «Luisle», que de instinto e inteligencia encima de la bicicleta sabe un rato. No hay nada que hacer cuando el ciclón se agita. Sólo resguardarse cada cual en su propia guarida y aguantar el temporal.
La tempestad en Chartres era Bradley Wiggins. Un huracán de-senfrenado, que presume de patillas más anchas que sus piernas. Estilizadas y esculpidas. Una lección de potencia. Una demostración de fortaleza la suya, después de soportar durante todo el Tour escuchar que iba a ganarlo sin ser el hombre más fuerte, que el verdaderamente poderoso era Chris Froome, su servicial gregario. Y puede que tengan razón todos aquéllos, quizá, en un hipotético escenario montañoso, pero éste era el Tour del centenar de kilómetros contra el reloj y sobre ese plató nadie rueda un show mejor que «Wiggo».
Más aún lleva soportando Wiggins, desde el inicio de temporada. París-Niza, Romandía, Dauphine. Ha ganado todas las vueltas que ha corrido. «No llegarás en forma al Tour. Se te hará largo. Acabarás perdiéndolo», le avisaban. Lejos de todo aquello, ha soportado Alpes y Pirineos en plena tercera semana y ha vuelto a machacar a todos en la última contrarreloj. 1'16'' a Froome, casi dos al desdichado «Luisle», tercero al final, y más de tres y medio a Nibali. Huracán.
Una tormenta de amarillo luminoso en los 53 kilómetros de una contrarreloj en la que Haimar Zubeldia firmó la paz consigo mismo. «Me he reencontrado», dijo, aunque no se sabe si también con el equipo que le abandonó en la ascensión a Peyraguedes y le hizo perder la quinta plaza. Se consuela el guipuzcoano ahora, pues en el último descalabro de Evans, su gregario Van Garderen le dobló en la escenificación más perfecta del relevo generacional en el BMC. El caballeroso Haimar será finalmente sexto en la clasificación general.
La comandada por Wiggins en un perfecto pedalear, tan grácil y bello. De su metro y noventa centímetros de persona, sólo se movían sus piernas sobre la bicicleta. Sus caderas rígidas y el cuello inamovible, igual que su cabeza, lo confundían con la imagen de un robot que destruye todo a su paso. Cruzada la línea clarificadora se alzó con un puño al aire. Liberó al ciclón que llevaba dentro.


Luis León, listo para los Juegos
Junto a Jonathan Castroviejo, que ha entrado a última hora en la lista por la baja de Samuel Sánchez, Luis León será el ciclista que doblará participación en los Juegos Olímpicos. El murciano correrá la ruta y también la prueba contra el reloj, y en Chartres ha demostrado estar en óptimas condiciones para dar a España galones. Tercero, tras los imbatibles Wiggins y Froome, «Luisle» ha acabado el Tour yendo a más. Será uno de los hombres en mejores condiciones para revalidar la victoria del ausente Samuel Sánchez en Pekín cuatro años atrás.