La viña del Señor por Enrique Miguel RODRÍGUEZ

Lo dice el refranero: no todo es bueno en la viña del Señor. Ayer les escribía sobre aspectos en la vida de nuestra ciudad que llenaban de esperanza. Hoy no es que todo se haya derrumbado, simplemente que, como en la bolsa, es día de recogida de ganancias y las cosas bajan.
La Junta, en sus presupuestos, rebaja un 20% la asignación al Teatro de la Maestranza. Sumemos el 50% de bajada del Ministerio de Cultura –me consta que el alcalde está haciendo gestiones al más alto nivel para paliar en lo posible el expolio– y añadamos la retirada de la Diputación del Consorcio. De no remediarse el grave problema económico, como ya adelanté, la temporada que viene el montaje más caro que se podrán permitir los gestores del teatro será la reposición de la revista «Lo tengo rubio», interpretada por la compañía de Addy Ventura y sus muchachas ardientes.

Después de 16 años, Julio Iglesias volvía a cantar en Sevilla. No hizo un gran despliegue de medios, como diría Herrera. Vino a dar el mangazo. Entusiasmó a su público fiel. Estos grandes artistas tienen más de la mitad del aforo de admiradores fidelizados. Pero al igual que el otro día criticaba con dureza a «los Bardenes», hoy tengo que darle un tironcito de orejas al inefable Julito. No es cantante de perfil mitinero, por eso cuando empezó su particular mitin, parte del público le pidió que hablara menos y cantara más. Además, tenía poca información. Dijo que siempre soñó con una Andalucía con universidades y caminos. Julio, de las muchas cosas criticables que tiene nuestra tierra, escogiste dos apartados donde la cosa está razonable. Universidades es posible que sobren. No existe tanta excelencia. En cuanto a los caminos, podrías coger tu coche en Isla Cristina, ya sabes, al lado de Portugal y llegar al último pueblo de Almería (600 km) por autovía, además sin pagar ningún peaje. Decía una entregadísima señora que hizo la gala para comprarle el regalo de boda a su niño Julio José, ya que la celebración la paga Porcelanosa.