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Fanatismo vs tolerancia por Iñaki Zaragüeta

La Razón
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Alguien tiene que parar esto. El Gobierno es el primer responsable, la oposición con expectativas de ser Gobierno el segundo. Los estudiantes del Instituto Luis Vives de Valencia han cruzado la frontera de la libertad y la tolerancia. Se ciscan en el límite donde la tolerancia deja de ser virtud (alguien dijo algo así). Si ya de principio se trata de una protesta injustificada –no ha habido cortes de calefacción, ni se ha reducido capítulo alguno que afecte a los alumnos–, es censurable el corte de las calles a su libre albedrío e inaceptable la congregación ante los domicilios particulares del presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, del expresidente, Francisco Camps, y de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, con gritos groseros que debería avergonzarles, aunque éste es un concepto sólo aplicable a quien posee tal cualidad personal. Rita no pudo entrar en su casa cuando quiso. Tuvo que esperar a que se fueran con los insultos a otra parte. ¿Por qué su madre, una dama, tiene que aguantar la afrenta de unos sinvergüenzas? ¿Y los vecinos, los niños …? Como refería antes, alguien debe poner fin a esta sinrazón. El Gobierno, por supuesto. El PSOE, ¿cuándo condenará esa tropelía?, no puede aplaudir semejantes actos. No tiene sentido el aplauso socialista, un partido con vocación de alternativa, en las Cortes Valencianas al representante de los estudiantes que amenazó con «seguir incendiando Valencia» y que guía la algarada ante la vivienda privada. Los fanatismos no pueden confundirse con la libertad y la tolerancia. Por eso han de ser repudiados, antes de que tengamos que lamentar sucesos. Así es la vida.