Londres

La Reina por Julián Redondo

La Razón
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En Londres hay más concesionarios de Aston Martin que establecimientos de «Compro oro». Signos de riqueza. En Madrid, las inmobiliarias han traspasado el local a quienes, adquiriendo medallas, pulseras y anillos, suavizan la desesperación ajena. En Londres, Doña Sofía apareció en la Casa de España con el uniforme olímpico. La chaqueta amarilla y la falda roja, por debajo de la rodilla, con dibujos tribales en el vuelo. Elegantísima. Nadie sugirió a Su Majestad la indumentaria, fue idea suya. Es el espaldarazo definitivo a un modelo de ropa singular que produce muchísimo menos horror que algunos editoriales chuscos y bastantes declaraciones de espabilados «artistas» que viven de la subvención. Si algún iluminado/a de la aguja se atreve a decir que la Reina iba hecha un adefesio, se las tendrá que ver conmigo. Porque parece que el mal gusto anida en la envidia.

Para gustos, los colores. Allá cada uno, pero así como hay voces con los megáfonos correspondientes para poner de chupa de dómine a quienes de la miseria hacen virtud, también hay quienes avalan el esfuerzo de los demás dando ejemplo, como la Reina. Que no es la única. Anna Tarrés, seleccionadora de sincronizada que lleva años diseñando bañadores, está encantada con la ropa. La destaca por la calidad y por la cantidad. Como todo, lo positivo y lo negativo, seguro que es por algo.