Ministerio de Justicia
Ajo y agua
«Estoy flipando». Así aseguraba sentirse el preso más antiguo de España al pisar la calle como persona libre. Pues no le queda nada que flipar en cuanto se vaya poniendo al día.
Quizá por eso mostró su deseo de salir de prisión caminando hasta que de su horizonte desapareciera la cárcel donde ha estado 36 años, para oxigenarse y coger aire suficiente en sus pulmones con el que afrontar todo lo que le espera.
Pero aunque a priori pueda parecerlo, ayer no se hizo justicia sino que se finiquitó una injusticia que debería avergonzar a juristas, políticos, jueces y demás burocracia añadida y alimentada por lo que ellos llaman «el sistema», que a los ciudadanos siempre nos suena a ente diabólico, amén de excusa barata.
Montes Neira no es un santo ni un héroe, aunque la justicia a punto ha estado de convertirlo en un mártir. Ha delinquido aunque es cierto que no tiene delitos de sangre.
No hay que empequeñecer la violencia, sea acometida con una recortada en la mano o formando parte de una banda de atracadores. Pero en este caso, como en muchos otros, la justicia que llega tarde no es justa, ni siquiera merece ser llamada justicia. Puede que sea una lotería, un cachondeo, una sinrazón, un galimatías, un circo, un espectáculo, pero no es justicia.
Los romanos que sabían mucho de circos y de leyes nos legaron la expresión «dura lex, sed lex», ley dura pero ley. Lo que traducido al común de los mortales viene a decir que ajo y agua. Como verá Montes Neiro, por aquí fuera andamos igual de flipados que él.
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