Londres
Scariolo: «Aquí ni Dios juega al pádel»
El seleccionador español y técnico del Emporio Armani detalla su nueva vida en Milán
Madrid- Sergio Scariolo tardó 48 horas en quitarse el traje de campeón de Europa con la Selección y ponerse el de nuevo entrenador del Emporio Armani. Fue hace poco más de dos meses. La pasada semana regresó a España para jugar en la Euroliga contra el Real Madrid. Perdió. Era lo de menos. El seleccionador, que buscará el oro olímpico en Londres, vive feliz en Milán. «Era la oferta más interesante que tuve y no tengo ninguna queja. La gente que dirige el club se nota que es un grupo empresarial fuerte y sólido. No hay una prisa especial por los resultados y eso se nota en que no hay euforia ni depresión repentina. Es un signo de madurez».
El Emporio Armani es el histórico Olimpia de Milán. Uno de los dos grandes –el otro es el Varese– en la historia del baloncesto italiano. Su pasado es glorioso, pero lejano. La última Lega la ganó en 1996; la última Euroliga, en 1998. «En mi despacho debería poner un póster, un mosaico con todos los grandes entrenadores y jugadores que han pasado por aquí. Es la mejor forma de saber dónde estás. Es como si te das una vuelta por la sala de trofeos o por el museo del Real Madrid. Así se tienen claras las referencias. Espero que me pase como en el Madrid, que llegué y gané una Liga». Pero la comparación con el Madrid sólo se puede ceñir al pasado, «ahora no es admisible», dice.
Scariolo no está solo en Milán. Toda la familia se ha ido con él. Su mujer, la ex jugadora internacional Blanca Ares, y sus dos hijos, Alessandro (9 años) y Carlota (10). El técnico de Brescia confiesa que lo que más le gusta del mundo es... «Estar con mi familia y el baloncesto. Procuro comer y cenar siempre con ellos porque la zona en la que vivimos está cerca de donde entrenamos y no tengo que soportar los problemas de tráfico de Milán. Yo les hablo en italiano y Blanca, en castellano. Ellos van a un colegio inglés, pero tenemos claro que nuestras raíces están en España, en Madrid, y tenemos casa en Marbella». A Scariolo no le importaría que los días tuvieran 30 horas. «Me gustaría tener más tiempo para mis amigos, para el golf o para el pádel, pero es que en Milán no juega ni Dios».
Interista confeso, lo peor en estos dos primeros meses es la trayectoria de su equipo. «¡¡¡Si es que estamos casi en puestos de descenso. Es lo peor!!!», dice indignado. «Me han invitado al campo, pero todavía no he podido ir. El miércoles jugamos contra el Lille en ‘‘Champions'' y será mi primer partido», comenta.
Después de pasar por Vitoria, Madrid, Málaga y Moscú, Scariolo ha regresado a Italia y se ha encontrado con un país «que presenta claros síntomas de degradación moral. La imagen que se traslada fuera quizá no sea real. Lo de las fiestas de Berlusconi, los guantazos en el Parlamento... son cosas que se han descubierto ahora con la crisis y que antes daban igual. Mientras la economía fue bien en Italia, daba igual la conducta privada». Esa crisis se ha extendido al basket italiano, «no a la Liga, sino al nivel de los jugadores». «El deporte en los colegios no existe. El nivel de las instalaciones es sonrojante. Se ha dejado de invertir en la cantera, lo contrario que sucede en España, y hay muchos niños que tienen que pagar hasta edad cadete para jugar». Para proteger al jugador italiano existe la obligación de que haya media docena de jugadores locales en cada plantilla y «eso nos resta competitividad porque el nivel es el que hay». Así se comprobó en la Caja Mágica, aunque la derrota fuera lo de menos.
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