Sevilla

La lluvia amenaza también la Feria sin farolillos mientras haya riesgo

Las terrazas del entorno de la Carrera Oficial sufrieron la semana pasada pérdidas de hasta el 40%. 

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Tras una Semana Santa «atípica», en la que «se ha cumplido el peor de los pronósticos» –en palabras de Rosamar Prieto-Castro– y la lluvia ha hecho auténticos estragos, los empresarios de la capital siguen pendientes de la meteorología porque, sin apenas tiempo para lamentarse, llega otra semana trascendental desde el punto de vista turístico.

Las primeras predicciones apuntan a que las precipitaciones podrían hacer acto de presencia en los días previos y en el inicio de la Feria, por lo que se ha decidido –confirmó ayer la delegada de Fiestas Mayores– no colocar farolillos por el momento. El agua, por lo tanto, tras estropear la semana cofrade, amenaza también el otro gran evento de la ciudad.

No obstante, la ocupación hotelera alcanza ya el 70 por ciento para toda la semana –según las previsiones de la Asociación de Hoteles de Sevilla (AHS), recogidas por Europa Press–, cifra que se espera poder incrementar en los días que quedan, «decisivos», pues la tendencia, en los últimos tiempos, «confirma que cada vez se realizan las reservas con menos tiempo de antelación», opinan los empresarios del sector.

Sin embargo, la lluvia podría llegar a frustrar estos planes y desanimar a los rezagados como ocurrió en Semana Santa, donde finalmente la ocupación llegó al 84,43 por ciento frente al 86,84 que se manejaba; un descenso más acusado –del 89 al 83 por ciento– en los hoteles de cuatro y cinco estrellas. Un impacto económico que, para la también presidenta del Consorcio de Turismo, aunque se ha notado, «no ha sido malo».

Donde sí que se puede decir que ha afectado la pésima climatología de la pasada semana es en las terrazas con veladores, que, en el entorno de la Carrera Oficial, sufrieron pérdidas de hasta el 40 por ciento, el doble que en los negocios de interior. Pero, como en todo, está la otra cara de la moneda, la que en este caso representan los establecimientos hosteleros ubicados en los barrios, así como en los propios hoteles, que vieron aumentar su facturación. Y, sin cofradías que ver en la calle, los guías turísticos hicieron también su particular agosto.