Estados Unidos
Biden salva la cara a Obama por César Vidal
El vicepresidente se aprovecha de su experiencia para acorralar al inexperto Ryan. Los analistas se dividen en torno a quién es el ganador y esperan el impacto en los sondeos
Por utilizar un lenguaje pugilístico, la velada no defraudó. En lugar de ocupar sendos atriles, los contendientes mantuvieron la hora y media de debate en el Centre College de Danville, Kentucky, sentados detrás de una mesa y respondiendo las preguntas de la moderadora Martha Raddatz, de ABC News. La primera cuestión planteada fue el ataque a la embajada de Estados Unidos en Libia, fruto no de un video colgado en youtube como se pensó inicialmente sino de un plan cuidadosamente elaborado. Biden con un extraordinario aplomo formuló la promesa de que atraparían a los culpables y los juzgarían a la vez que aprovechó para señalar que Obama había cumplido sus promesas en relación con Irak y Afganistán y contaba en su haber con la muerte de Bin Laden. Con gesto rotundo afirmó: "Si hacéis daño a América os perseguiremos hasta lo más profundo del infierno". Ryan – que cortésmente agradeció la labor de un hijo de Biden en el ejército – enfatizó que Obama había necesitado dos semanas para saber que la agresión no había tenido que ver con el video. El argumento no causó la menor mella en Biden que, además de llegar casi hasta la carcajada mientras escuchaba a Ryan, no dudó en afirmar que lo que decía no era exacto, que todo lo que había hecho la Casa Blanca se había apoyado en los servicios de inteligencia y que quien había errado gravemente había sido Romney convocando una rueda de prensa para atacar al presidente. Fue un buen golpe que el vicepresidente profundizó añadiendo que en una crisis lo lógico es unirse y no actuar como Romney. El siguiente segmento, dedicado a Irán, lo inició Ryan indicando que Obama carecía de credibilidad, pero sin concretar la postura del candidato republicano sobre el tema. Fue un error porque Biden aprovechó para remachar que las sanciones contra Irán habían sido terribles, que los servicios de inteligencia de Estados Unidos e Israel estaban colaborando estrechamente y no tenían diferencia de apreciación y que Irán no tendría armas nucleares. "Punto". Ryan, ante la sonrisa sobrada de Biden, se vio obligado a conceder que quizá había más tiempo para reaccionar frente a Irán de lo que se pensaba y, una vez más, el vicepresidente aprovechó la situación para indicar la necesidad de contar con el apoyo internacional – "eso importa"– creando la sensación de que el republicano no era más que un pimpollo inexperto en asuntos internacionales. El siguiente segmento comenzó con la pregunta de cuando se llegaría a una tasa de desempleo del seis por ciento. Biden realizó una muy convincente exposición del pésimo panorama económico que encontró Obama al llegar a la Casa Blanca y de cómo se ha ido creando empleo. Aquí precisamente Biden asestó un nuevo golpe de consideración al candidato republicano al recordar que Romney era partidario de dejar caer a los bancos y a las empresas de la misma manera que luego ha acusado a un cuarenta por ciento de los norteamericanos de sólo pensar en lo que pueden recibir. Se trataba de un directo contundente que remató señalando que entre ese cuarenta y siete por ciento se encontraban sus padres y los soldados que combatían en Afganistán y que no podía tolerarse que hubiera unas reglas para Wall Street distintas de las de Main Street (la calle por la que van todos). Ryan intentó argumentar que el desempleo estaba subiendo y defendiendo el plan de cinco puntos del candidato republicano e incluso recurrió a la búsqueda de la lágrima fácil contando la historia de una familia con hijos accidentados a la que Romney había ayudado. Intentaba así dar una imagen de Romney como hombre caritativo y, de hecho, enfatizó sus cuantiosos donativos. Sin embargo, la hagiografía se estrelló contra la sonrisa displicente de Biden quien dijo que no era cuestión de decir que la gente te preocupa sino de mostrar una política que pudiera ayudarla. Ryan contraatacó insistiendo en que la política de estímulo de Obama había fracasado y ahí de nuevo Biden asestó a su contrincante otro golpe de inesperada dureza cuando le preguntó que si la política de ayuda a las empresas era un fracaso, ¿por qué le había escrito por dos veces solicitando ese tipo de ayuda para dos compañías de su estado natal, Wisconsin? Ryan no tuvo más remedio que reconocerlo e intentó salvar la situación refiriéndose a los empleos que se van a China, pero lo cierto es que había quedado notablemente tocado. La siguiente cuestión tratada fue el Medicare que, esta vez, fue abordada en primer lugar por Ryan. El republicano señaló que el sistema estaba en bancarrota y que iban a respetar los compromisos con la gente mayor, pero que ya no podía aplicarse a jóvenes como él. Una vez más, Biden dio muestra de su superioridad dialéctica apelando a los ancianos y preguntándoles si a día de hoy tenían más o menos beneficios. Tras señalar que ni iba a apoyar el plan de vales de Ryan ni la privatización de la seguridad social, Biden volvió a dirigirse a los ancianos para preguntarles que en quién confiaban. Ryan acusó entonces al vicepresidente de carecer de argumentos e intentar asustar y, posiblemente, no le faltaba razón, pero Biden se había mostrado superior otra vez. El siguiente segmento dedicado a los impuestos tenía que haber concluido en teoría con una victoria de Ryan, pero no fue así. Biden lo comenzó señalando que la clase media iba a pagar menos y que los que ganaban más de un millón de dólares pagarían más. Ryan alegó que no se podía gravar a los que tenían éxito en los negocios, pero Biden contraatacó señalando que los recortes de Romney no iban a beneficiar a las PYMES sino a los ricos y que los impuestos que éstos no pagaran acabarían recayendo sobre la clase media. Se llegó así al segmento dedicado a Afganistán, pero aquí Ryan difícilmente podía sacarle ventaja al demócrata por mucho que comenzara su exposición felicitando a las tropas. Biden pudo afirmar que había estado una veintena de veces en Afganistán y que, tras entrenar a los afganos, se iba a cumplir la promesa de Obama de salir del país para 2014. Ryan no discutió la fecha aunque sí insistió en que deseaba que la salida se hiciera con las máximas garantías. Fue en ese momento cuando la moderadora preguntó sobre la pertinencia de dar una fecha, cuestión a la que respondió Biden alegando que era la única manera de que los afganos asumieran su responsabilidad. En el segmento siguiente dedicado a Siria, Biden dejó claro desde el principio que era una nación muy diferente a Libia, que estaban colaborando con turcos, jordanos y saudíes para perfilar el problema y que no había que entrar en otra guerra en Oriente Medio dijera lo que dijera Romney. No mucha cancha le quedó para jugar a Ryan que no pudo evitar dejar abierta la puerta al envío de tropas si lo exigía "el interés del pueblo americano". Así llegaron a un segmento nuevo en que la moderadora recordó que ambos eran católicos y les preguntó sobre el aborto. Ryan defendió que no podía separar su fe de la vida pública aunque su postura pro-vida no arrancaba sólo del hecho de ser católico.Subrayó que respetaba la posición de otros que lo ven moral y recordó que Romney no intentaría despenalizarlo en casos de violación, incesto y peligro para la vida de la madre. Biden argumentó que su religión definía quién era y que su visión política venía inspirada por la doctrina social de la iglesia católica. Afirmó igualmente en que compartía el punto de vista oficial de la iglesia católica sobre el aborto, pero que se negaba a imponerlo a otros y que, por supuesto, ninguna institución de carácter religioso se vería obligada a pagar o practicar la contracepción. Con referencias a las tropas y a lo que cada uno de ellos podía aportar a la nación se llegó a las conclusiones en que Biden insistió en el dolor que le inspiraba el desprecio que se tenía hacia el 47 por ciento de los ciudadanos y Ryan enfatizó que Obama ya había tenido su oportunidad y que los norteamericanos se merecían algo mejor. Sin duda, Ryan había estado voluntarioso y había intentado utilizar argumentos contundentes, pero el debate lo había ganado holgadamente el veterano Biden.Igual que un añoso Edward G. Robinson dirigiéndose a un joven Steve McQueen al final de un clásico del cine, Biden podría haberle espetado a Ryan: "Eres bueno, muchacho, pero mientras yo viva sólo podrás aspirar a ser el segundo".
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