Crítica de libros
Los «cirujanos de hierro» por Sabino Méndez
Todos los totalitarismos del siglo veinte (fascismos, nazismos, comunismos) fermentaron en el crack del 29. La crisis económica les fortaleció. El empobrecimiento, el miedo, la falta de justicia y orden llevaban a las personas a buscar un líder, un caudillo, un césar, que arreglara aquel caos de decisiones económicas incomprensibles que les tenía permanentemente con el agua financiera al cuello. A esa figura mítica, paternal (el progenitor que lo arregla todo) se la solía buscar apelando a la imagen de un «cirujano de hierro». En los siguientes años, el mundo no tuvo cirugía pero sí mucho hierro, muchas llamas y mucho fuego. En casi todos los casos se confundió la cirugía con la destrucción y es que, desde los tiempos de los matasanos y vendedores de crecepelos, ha sido bastante fácil en algunos ámbitos pasar por médico sólo a base de gestualidad externa y pedantería verbal.
Puesto que las cosas van a seguir mal bastante tiempo, yo creo que podríamos precavernos ya de ese momento (que llegará) en que se hablará de «cirujanos de hierro». Lo cierto es que simplemente con un poco de ética podríamos ir pasando. Reconozcamos que en el mundo occidental se ha dado últimamente una cosecha excepcional de mentirosos y devolvamos a su lugar de preeminencia la importancia de la verdad; no de verdades simbólicas y absolutas, sino de la simple verdad cotidiana de los hechos y el conocimiento basado en evidencias.
Sabemos por experiencia que la democracia es el menos malo de los sistemas políticos, aunque sólo sea porque es el que dispone más garantías para evitar que se perjudique a inocentes. La arbitrariedad es la característica de cualquier totalitarismo y lo que los hace insufribles. Cuánto más arbitraria sea nuestra democracia, más grados de totalitarismo y más elementos coercitivos tendrá.
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