Galicia

Lección de poderío

María José Montiel, durante la gala
María José Montiel, durante la galalarazon

Gran gala lírica
Escenas de Verdi, Donizetti, Rossini, Bizet, Durán, etc. Voces: M. J. Montiel, D. Rancatore, L. Nucci, C. Albelo, M.Berti, C. Gallardo-Domás y M. Guleghina. Orquesta Filharmonia de Galicia. Dirección musical: P. Rizzo. Palacio de Congresos. Santiago de Compostela, 4-VIII-2010.


La gran gala lírica del Xacobeo 2010 será uno de esos espectáculos que permanecen de por vida en el recuerdo de sus protagonistas y de quienes vivimos sus entresijos. En sus tres horas y media de duración existía un planteamiento coherente: cantantes magníficos en sus respectivos repertorios con un programa tremendamente exigente y muy del gusto del gran público, que se estructuraba en torno a «Macbeth» en su primera parte y a «Rigoletto» en la segunda, para concluir en cada una de ellas con sendas piezas gallegas a cargo de Cristina Gallardo-Domás, de próxima edición discográfica. Pero llegó Maria Guleghina y se dedicó a ejercer de diva maleducada cambiando todo y enfrentándose a sus compañeros con vetos y artimañas hasta crear un ambiente irrespirable. Como consecuencia nos quedamos sin escuchar los bises de Desirée Rancatore, María José Montiel y la soprano chilena, además del previsto «Brindis» de Traviata.


Potencia y alarde vocal
La tensión entre bastidores, que se evidenció cuando Gallardo-Domás salió llorando a saludar, se tradujo en que todos quisieron dar lo mejor de sí mismos y desde luego que lo dieron. Abrió fuego María José Montiel con nada menos que el «O mio Fernando» de «Favorita», pieza complicadísima en frío que bordó, como también la «Habanera» de «Carmen», con la que empezó la segunda parte. Alta, con buena figura y potente vocalmente, concentró los temores de la soprano rusa. Marco Berti puso toda la carne en el asador en «Celeste Aida» y el dúo tenor y soprano de la misma ópera, en donde Guleghina estuvo sencillamente magnífica. Desirée Rancatore eligió la agradecida aria del acto primero de «Traviata», que cantó con una apabullante seguridad en el registro agudo, lo que volvió a confirmar en el dúo de la venganza de «Rigoletto» junto a un Leo Nucci que justificó las razones por las que acaba de recibir el premio a la mejor actuación masculina en España de 2009. Estupendo resultó en los exigentes «Cortigiani!» de «Rigoletto» y «Pieta, respeto, amore» de «Macbeth». Celso Albelo –cantante revelación de 2009 en los Premios Líricos del Campoamor– se lució junto a Rancatore en el dúo final de «Puritani» y se lanzó al lado tierno con la «Furtiva lagrima» y al circense en «Hija del regimiento». Maria Guleghina, divismos vulgares aparte, mostró todo su enorme poderío en «Pace, pace» de «Forza» y en aria y cabaleta del inicio de «Macbeth», inapropiadamente repetida.

Cristina Gallardo-Domás, con voz firme, demostró que es capaz de poner la sala boca abajo con dos preciosas canciones gallegas, intensamente interpretadas. Una gala de las de antes que mantuvo en vilo a todos, Núñez Feijóo incluido, durante nada menos que tres horas y media.