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El ejemplo del deporte

La Razón
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Hoy España va a jugar y esperemos ganar la final del mundial, y no es una casualidad. España cuenta con varios de los mejores jugadores del mundo, como cuenta con el mejor tenista del mundo, el mejor ciclista, y la selección campeona del mundo de baloncesto. Semejante dominio de los deportes más populares del mundo es histórico e insólito para un país del tamaño de España. No es un accidente que nuestro país domine los deportes más profesionalizados y apenas destaque en los deportes olímpicos. Los futbolistas, tenistas y ciclistas de éxito tienen la posibilidad de adquirir fama, riqueza y reconocimiento muy rápidamente mientras que muy pocos españoles reconocerían en la calle a David Cal, nuestro cuádruple medallista olímpico en piragüismo. Es obvio que existen incentivos que orientan a los mejores atletas de España hacia los deportes populares, como tampoco es casualidad que la función pública atraiga a gran parte del talento de España y que estemos a la cabeza de Europa en paro. Para ello, como indicaba el economista Ken Rogoff en su reciente visita a España, existen numerosos incentivos. Es triste el rumbo que está tomando España, donde las administraciones públicas crecen imparables, detrayendo recursos del sector privado y ahogando y dirigiendo la actividad económica. El sector público es el único que ahora crea empleo y a los españoles no les queda más remedio que soñar con ser funcionarios. Es una pena que a profesores y alumnos no se les incentive para alcanzar la excelencia académica, que ser científico en España casi pase por exótico y que crear una empresa o un puesto de trabajo sea una carrera de obstáculos.Es una pena porque los españoles, como los de nuestra selección de fútbol, han demostrado en numerosas ocasiones que cuando se les permite desarrollar su talento y perseguir sus sueños son capaces de lo mejor.