Elecciones generales

La campaña que viene por Javier ORS

Dos trabajadores sustituyen los carteles electorales por un anuncio de juguetes.
Dos trabajadores sustituyen los carteles electorales por un anuncio de juguetes.larazon

Detrás de estas elecciones cantadas aguardaba la verdadera campaña, la navideña, que ahora se nos echa encima con mucha impaciencia y urgencia de calendario. La semana pasada querían colarnos en casa el mitin del candidato. Y ahora lo que pretenden meternos en el salón es el polvorón y el turrón. El marketing apenas distingue entre los productos de supermercado y los rostros de los políticos, porque para las doctrinas de su ciencia no son más que marcas, algo que vender. Utiliza la misma alquimia de trucos y estratagemas en los dos casos, a pesar de emplear diferentes nombres y llamar a la cartelería de los partidos, propaganda y, a todo lo demás, anuncio. La publicidad no distingue, aunque uno trate de lo material y lo otro llegue por caminos abstractos. El rostro del candidato hoy pertenece al pasado. Apunta a algo pretérito que hay que reemplazar para que las calles no se nos queden anticuadas y huelan a rancio. Las empresas y comercios varios se han precipitado a sustituir enseguida las promesas de los partidos (la foto de Rubalcaba y Rajoy son una metáfora de lo que representan, de lo que ofrecen) por los regalos de Reyes, que son una cosa algo más tangible y segura para el ciudadano. La realidad, que tiene un fino punto de ironía en sus casualidades, ha venido a cubrir el rostro del líder socialista con una marca de juguetes. Quizá en una alusión a lo que Shakespeare decía en una de sus obras («somos un juguete del destino»). O, para que, más maquiavélicamente, alguno haga la gracieta y le dé por mirarle a la cara como otro juguete roto en los escaques de la política.