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Reyes Magos de Sevilla

La Razón
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Cuando pasado mañana salga a caballo con su séquito de beduinos el Heraldo Real, miles de niños se echarán a las calles de la ciudad para entregar sus cartas al emisario de los Reyes Magos. En Sevilla somos muy de Melchor, Gaspar y Baltasar, que aquí lo de Papá Noel, aunque pueda venir antes por fecha, nos sabe a cuento de Navidad o invento de la Coca-Cola. Los Magos de Oriente le siguen ganando a Santa Claus, por mucho que traten de imponerlo marcas y comercios que provienen de fuera. De hecho, raro es el hogar que no tiene puesto en el Belén sus tres reyes. Mira si serán sevillanos, que cada cinco de enero salen en la tradicional cabalgata repartiendo caramelos y juguetes por todos los rincones de la vieja Híspalis. Cuentan que sus Majestades de Oriente son muy taurinos, pues salían años atrás de la Real Maestranza. Y hasta había un bar, de los de toda la vida, que llevaba su nombre, allá por Reyes Católicos. –«Mire usté, que aquí se quiere al rey negro más que al nervionense Biri Biri o al bético Finidi»–… Y es que nadie puede negar la ilusión con la que se recibe cada año a sus Majestades de Oriente. Después de las doce campanadas, tras empezar el nuevo año lleno de buenos propósitos, los sevillanos esperan con ansia su llegada. Los niños ponen sus zapatos como pista para que dejen allí sus regalos y para que se llenen de caramelos. Y cuando abran las puertas de las murallas macarenas, los Reyes Magos de Sevilla seguirán repartiendo la ilusión y la alegría, y un nuevo año vendrán para adorar al niño Jesús, aquél que hace ya más de dos mil años nació en Belén y se hizo Dios y Gran Poder en San Lorenzo.