Libros
«Sentí paz y tranquilidad y la luz era suave»
Soraya (23 años): «Me asusté cuando sentí que se iba mi alma»
Lo que le sucedió a esta chica le dejó una profunda huella que la dejó marcada hasta hoy. No le gusta contar lo que pasó, por falta de confianza y por una extraña sensación chocante con el mundo real. Éste es su relato: «Me caí al agua con ocho años y estuve entre un mundo y otro casi 22 minutos, mientras los médicos intentaban mi reanimación una y otra vez. Durante ese tiempo, tuve la oportunidad de ver y experimentar todas las maravillas del universo y la forma en que todo fue hecho y cómo será la Tierra un día. Recuerdo que me di cuenta de todo eso en aquel momento porque, más tarde, justo cuando regresé al mundo de los vivos, se me borró todo. Cuando salí del agua sentí que la paz de ese lugar todavía estaba conmigo. Traté de explicarle mi vivencia a la gente, pero no pude. Un día tuve la intención de contárselo a mi padre, pero cuando fui a hacerlo sufrí un vacío en mi interior muy extraño, como si mi alma hubiese abandonado mi cuerpo. Yo seguía en mi cuerpo, pero no mi alma (sólo por un segundo). Eso me asustó mucho. Era la parte perturbadora de lo que experimenté. ¡Imagínese un cuerpo sin alma! Por tanto, he estado viviendo así desde ese entonces. ¡Escondiéndome!».
Belén (32 años): «Caminaba tranquila entre los árboles»
«A la edad de tres años tuve un accidente de coche, salí despedida del vehículo de mi padre y caí en el asfalto. Quedé inconsciente, me declararon clínicamente muerta. Yo sólo recuerdo que en ese momento me encontraba sola en una especie de bosque con árboles muy altos y mucha luz, probablemente solar, que caminaba tranquila entre las hojas y sentía mucha paz. No sé si fue un sueño o un estado de inconsciencia. La paz que sentía es indescriptible, la recuerdo como si fuera ayer. Siempre he recordado perfectamente la visión que tuve, días más tarde, e incluso ahora. Tiempo después, tuve un desmayo, pasé 10 minutos inconsciente y se me repitió la misma visión, volví a ser pequeña y a encontrarme en el mismo lugar. Cuando me despertaron las enfermeras pareció como si se introdujeran en mi sueño». Esta joven, que experimentó esta ECM a una corta edad, sirve de base estudio clínico, ya que se encuentra administrado por prestigiosos científicos, que buscan respuestas médicas a estas singulares experiencias y animan a los pacientes a contar su historia.
Pepita (68 años): «Me daba vergüenza contar lo que pasó»
Josefa, o «Pepi», como la conocen todos sus vecinos, se cayó en la calle hace años. Estuvo un buen rato inconsciente, «porque, según recuerdan algunos, tardó mucho en venir la ambulancia y me salía mucha sangre de la cabeza. Fue un resbalón tonto cuando venía de la compra con el carro, me caí y no recuerdo más nada. Sí que es verdad que de lo que me acuerdo es que fue como un sueño y me daba vergüenza contarlo. Estaba en el prado cercano a la casa de mis padres, caminaba descalza y aparecían mis padres, pero hablábamos y estaba a gusto. De repente, algo me alejaba de ellos, que se despedían de mí con la mano diciendo «¡Adiós!...» No me dio me pena, al contrario, sentía que había hecho algo que estaba bien y que me ayudaba a sentirme mejor. Empecé a caminar y caminar por un lugar en el que cada vez había más ruido de fondo, mucho jaleo, como si hubiera mucho trajín de cosas... Cuando desperté estaba en el hospital, una vecina estaba a mi lado y una enfermera me cogía la mano. Lo que pasé sólo lo conté tiempo después porque nadie me iba a creer».
Judith (42 años): «Vi pasar imágenes de mi gente querida»
«Mi experiencia es la siguiente: soy asmática, y a consecuencia de aplicarme una crema antiinflamatoria para aliviar un dolor que sufría en el cuello, se me desencadenó una crisis asmática severa, cuyo desenlace terminó con un resultado de parada respiratoria. Me quedé sin conocimiento. En los minutos previos a la pérdida del mismo, era completamente consciente de que mi vida terminaba ahí. Recuerdo, que después de pasar los peores minutos de mi vida a causa de la angustia y la desesperación provocada por la asfixia que sufrí, al final se apagó la luz... Todo quedó a oscuras... Entonces sentí una grandísima paz. Vi pasar por delante de mis ojos toda una variedad de imágenes de las personas que más quiero... Pero de una forma muy rápida. De pronto, y sin más, desperté... Me dijeron que habían pasado como unas tres horas, todo un espacio de tiempo del que no tengo ningún recuerdo, es como si no las hubiera vivido. Hoy estoy viva porque me practicaron una reanimación cardiopulmonar y finalmente reaccioné. Ese día volví a nacer...». Así cuenta su historia en www.nderf.org.
Gerónimo (87 años): «Mi esposa dijo que no era mi momento»
Gerónimo tiene ahora 87 años, pero hace diez sufrió una parálisis que le llevó al coma durante una semana. Antes de entrar en ese estado, estuvo cinco o diez minutos, no lo sabe bien, en parada cardiorrespiratoria, o como dice: «Con un pie más allá que acá». Sin embargo, cuenta que tuvo un «sueño muy agradable», bueno una experiencia cercana la muerte como explica su hija: «Cuando despertó dijo que mi madre le había enviado de vuelta». «A pesar de la angustia inicial, de quedarme paralizado, sin poder mover pies ni manos, me empecé a sentir bien. Como si flotase, era como volar entre nubes, sentía como una brisa de una tarde agradable de primavera. Después empezó la luz, una luz suave tenue que se volvía brillante y cegadora a ratos. De repente una voz me llamó por detrás, era mi mujer. Yo quería ir con ella –había fallecido hacía unos años atrás–, estaba feliz de volver a verla, pero algo me impedía llegar a abrazarla. Recuerdo que me susurró que volviera a casa, que todavía no era mi momento, que tenía cosas que hacer con mis hijos».
Bette (58 años): «No sentía ningún interés por el bebé, estaba tan a gusto»
En el momento del parto, Bette tuvo muchas complicaciones y perdió mucha sangre. «La ECM comenzó mientras se decidía si iban a trasladarme. Por supuesto el médico creyó que había entrado en coma, pero yo oía cada palabra. Podía oír los comentarios que mi suegra no paraba de repetir: "Está muerta, mira cómo sus ojos están descompuestos". En aquel momento yo no veía nada, todo estaba negro. Me pusieron en la ambulancia, seguidamente floté entre el techo y mi cuerpo. Era como si mi cuerpo fuese otra persona. Oía a mi madre hablarle a mi cuerpo y decirle que pronto llegaríamos. La ambulancia iba a toda velocidad, recuerdo haber visto un ferrocarril delante. No sentía dolor, pero mi cuerpo todavía armaba jaleo. Cuando llegamos, me llevaron a la sala de partos por el ascensor, en ese momento, fui derecha al techo y observé todo como si mirara la tele. Me sentía tan bien. No sentía ningún interés en absoluto, ni por el cuerpo ni por el bebé. Desperté al día siguiente en cuidados intensivos, el médico estaba en mi cabecera y yo, exaltada, quise hablarle de esa maravillosa experiencia. Él se limitó a sonreír, me dio golpecitos en la mano y empezó a hablarme del bebé». Bette cuenta su experiencia en www.nderf.org.
De interés
PARA LOS AFECTADOS:
Proyecto Túnel
Web: www.facebook.es, buscar grupo «Proyecto Túnel»
Near Death Experience Research Foundation (versión en español)
Web: http://www.nderf.org/
Spanish/nderf_ndes_spanish.htm
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