Dinamarca

Temor fundado por Lucas Haurie

La Razón
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El tópico, ese gran enemigo del pensamiento. El prejuicio, ese lastre para la honestidad de quien opina. Los catalanes son tacaños, los andaluces somos vagos y los italianos son tramposos. ¿Para qué detenerse un momento a reflexionar teniendo a mano un lugar común que nos ahorre la incomodidad? En la Eurocopa de 2004, Italia quedaba eliminada si Dinamarca y Suecia empataban a dos. Empataron a dos, qué coincidencia, los ejemplarescaballeros nórdicos, curtidos en una moral elevada por siglos de tradiciónprotestante. Los italianos son tramposos en el deporte. Protegen, por ejemplo, a sus ciclistas dopados: las autoridades políticas cierran filas para evitar sanciones a Basso, a Riccò, al malogrado Pantani. ¿Y los españoles? Los españoles somos quijotes, firmes en nuestros nobles principios. Si uno de nuestros campeones (llámese Valverde o Contador) quebranta una norma, lo ponemos sin tardanza a disposición de la Justicia para que caiga sobre él todo el peso de la Ley. Sin vericuetos ni intersticios legales por donde escapar. Si al presidente de un equipo que asciende, pongamos por caso el Hércules, lo caza una grabación presumiendo con su capitán del dinero que le había costado que un portero rival esquivase el balón o que un defensa rematase contra su portería, la Federación y el Consejo Superior de Deportes lo crujen. ¿Cómo se atreven a pensar siquiera que vamos a pactar un resultado? Si los fulleros, como el infierno para Sartre, son siempre los otros. Y si queda 2-2, será por casualidad. Faltaría más.