Hostelería
Dormir entre flores y tortugas
El Hotel Mercure Santo Domingo esconde en su interior el jardín vertical más grande del mundo, con la friolera de 844 m2, habitaciones tematizadas y el único restaurante de la capital avalado por Juan Mari Arzak
Hay experiencias difíciles de comparar y casi imposibles de borrar del recuerdo. Dormir en un acuario, como si por una noche fuéramos la sirenita Ariel o el entrañable pez Nemo, es una de ellas. Y no hace falta mojarse. Basta elegir la habitación número 235 del Hotel Mercure Madrid Santo Domingo para tener el privilegio de descansar, además, con una imponente panorámica de la noche madrileña, gracias a una pared de cristal. Y si no es entre delfines, tortugas y belugas, el huésped puede dormir, quizás, en la mismísima Quinta Avenida, en una jungla, en un antiguo imperio o con Don Quijote persiguiendo el sueño imposible...
La aventura comienza nada más cruzar el hall, ya que este cuatro estrellas cuenta con más de 80 decoraciones distintas y una veintena de habitaciones tematizadas donde no se escapa ni el más mínimo detalle, pues hasta el baño está decorado para transportar al viajero a otro mundo.
Tras una reparadora noche de descanso, el día comienza con un desayuno tipo bufé en su restaurante. Con fuerzas renovadas, resulta obligado subir a la azotea, donde se sitúa la piscina. Pero antes de darse un chapuzón, hay que pararse a disfrutar del momento, ya que la terraza nos regala una panorámica de 360º de la capital. Desde el Madrid de los Austrias, hasta la Casa de Campo, pasando por la silueta de la Gran Vía, tenemos la sensación de tocar el cielo. Y las sorpresas no terminan ahí, pues asomados a la barandilla de la piscina nos damos de bruces con algo inesperado: el jardín vertical más grande del mundo, que tiene la friolera de 844 metros cuadrados de superficie, más de 200 especies vegetales y una altura de casi 25 metros. Sembrada de flores, plantas y arbustos, esta creación deja boquiabierto a cualquiera, más aún cuando la contemplamos desde abajo.
Es precisamente en las primeras plantas donde se hallan los salones pensados para grandes eventos. Desde el Natura, justo debajo del jardín vertical y su imponente cascada que parece caer encima de nosotros gracias a su techo acristalado, hasta el Belvedere, con techo móvil y un espléndido ventanal, hay opciones para todas las necesidades.
La gastronomía es la joya final con la que se topa el viajero. No es para menos, pues la firma de Juan Mari Arzak está detrás del restaurante Sandó by Arzak Instructions. Con una carta muy acertada y unos precios muy ajustados, sentados a la mesa podemos degustar delicias como un huevo con setas y foie por 16 euros, un pichón asado con peras o una suave merluza con aceite de chipirones y cebollino.
El broche final llega al bajar las escaleras y colarse en las cuevas de Sandó, originales del siglo XVI y donde ahora se sirven los cócteles más sorprendentes de la capital, pues presume de haber inventado combinaciones como el oro negro, a base de vodka, vodka negro, hierba buena, azúcar y limón, o el mojito de flores comestibles. La experiencia es redonda, de principio a fin.
>> Dirección: Calle San Bernardo, 1, 28013, Madrid.
>> Capacidad: 200 habitaciones con decoraciones diferentes y personalizadas. Siempre que sea posible, el huésped puede elegir la estancia. Todas ellas están equipadas con wifi gratuito, minibar, caja fuerte y escritorio.
>> Instalaciones: piscina exterior con terraza, restaurante a la carta Sandó, avalado por Juan Mari Arzak, bar, salas de reuniones, garaje y jardín vertical.
>> Reservas: 91 547 98 00.
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