Historia
Es la derrota una opción
Libia no es un país muy importante en el mundo árabe. Pero fue el primero en el que el dictador de turno empleó la violencia sistemática contra las protestas y en el que los manifestantes respondieron con la misma moneda, a pesar de lo cortos que andaban de esa divisa de carácter militar. El desigual conflicto creó el peligro de una muy visible masacre ante la pasividad de Occidente, que, además, de esa forma, exhibía su desinterés o impotencia respecto al movimiento antidictatorial, supuestamente democrático, de la calle árabe. Esto movilizó a algunos países en apoyo de los insurrectos y en contra del tirano, pero con un permiso de la ONU que sólo habla de proteger a civiles, aunque en términos tan generales que se presta a casi cualquier interpretación. Unos lo usan desde el principio, y más que lo harán en el futuro, para crear problema a los coaligados y deslegitimar su actuación, mientras que los propios implicados invocan el ambiguo texto para ponerse a sí mismos límites que no quisieran traspasar, al tiempo que mantienen el debate sobre interpretaciones más amplias que pueda requerir la dinámica de los acontecimientos. Y todo ello sin que en el transcurso de las semanas se aclare la naturaleza política de los rebeldes ni se vislumbre con un mínimo de seguridad que lo que puede venir después sea aceptablemente mejor que lo que se trata de sustituir, dudas que llevaron a la inhibición de estrechos aliados de los que se han lanzado a la aventura.
La historia proporciona todo tipo de modelos de guerra, pero muy pocos en los que la fortuna bélica se decida en unos cuantos días. Todavía menos frecuentes son aquellos en los que la situación de tablas se alcance prácticamente desde el principio. Otra vez, Ajdabya, la llave de Bengasi, vuelve a cambiar de manos a favor de los gadafistas, cuando el día anterior los comunicados del jefe de los luchadores rebeldes nos decían que Brega, principal puerto petrolero y a menos de cien kilómetros al oeste de Ajdabya, estaba a punto de ser conquistado por su hombres. Todo ello tras una semana de intensa actividad diplomática de Doha a Berlín, con artículos en la Prensa firmados por Obama, Cameron, Sarkozy y Rasmusen, secretario de OTAN, con resultados tan decepcionantes como los del terreno. Sólo resta pensar que no es posible que la derrota sea una opción.
✕
Accede a tu cuenta para comentar