Atlético de Madrid

BM Atlético de Madrid

Agarrados al abrigo del Mono

Agarrados al abrigo del Mono
Agarrados al abrigo del Monolarazon

MADRID- «No es casualidad. Siempre vino conmigo», explicaba el Mono Burgos refiriéndose al abrigo que colgaba de su mano derecha al abandonar el avión que trajo al Atlético de vuelta a Madrid. No importa si hace calor o frío y, aunque ayer faltaba el oxígeno en la llegada a Madrid, el segundo entrenador del Atlético seguía agarrado a su amuleto.

La imagen, con el traje oficial del equipo, era muy diferente a la que lucía en la noche de Bucarest después de ganar el título. Vestido con chándal y la camiseta conmemorativa del éxito rojiblanco, caminaba por el salón del hotel Intercontinental con un cigarro en la mano derecha y una copa de champán en la izquierda. No era momento para guardar las formas, aunque al Mono le quedaban reflejos para analizar el partido. Insistía Burgos en el acierto rematador del Atlético, que ya había alabado Simeone en la conferencia de prensa.

Los jugadores se habían marchado ya, la mayoría a celebrar la victoria en la noche rumana. Quedaban Falcao, pegado a la Copa y a los flashes de las cámaras, y Arda Turan, refugiado en una esquina junto a su inseparable traductor Ata. Cuando el turco se retiró, los empleados del club comenzaron a cantarle como lo hace el Calderón. Arda, agradecido, sonreía después de haber soltado todas las lágrimas sobre el césped del Estadio Nacional de Bucarest. «Ha sido el que más se ha emocionado», reconocían después Juanfran y Adrián. También fue el más escandaloso en la cena de celebración.

Courtois prefirió celebrar su primer título en familia, sentado junto a sus padres y su hermano en una mesa en el bar del hotel. Aunque el portero no dejaba de mirar su teléfono móvil. «Es increíble. La pasada temporada fue la primera que jugué como titular y ahora acabo de ganar la Liga Europa», decía.

Simeone se atrevía a saltar sobre la mesa en la que les habían servido la cena. A su lado, sus colaboradores más cercanos. Además del Mono, el preparador físico y su ayudante de prensa. También Vizcaíno y el director deportivo de la entidad, José Luis Pérez Caminero. El presidente, Enrique Cerezo, se había marchado después de brindar con los periodistas por el éxito. «A Simeone le besaría hasta los pies», decía una aficionada atlética. «Siéntate en la Copa», le decía Caminero a un periodista. El entrenador estaba feliz como nunca desde que llegó a Madrid, pero todavía le quedaba rabia dentro. Cuando se marchaba a la habitación dio un paso atrás, asomó la cabeza en dirección a los periodistas y dijo: «Che, ganó el Atlético, ¿saben?». Como si tuviera la necesidad de recordar a parte de la Prensa que no ha apoyado al equipo y a él como se merecen.

En el vuelo de regreso a Madrid, los gritos de alegría se transformaron en silencio hasta que llegó la hora de la comida. Había que dormir la fiesta. A medida que se desperezaban, comenzaban los cánticos. «Arda Turan, Arda Turan» y «Campeones, campeones». Koke, que ya lucía la bufanda en la cabeza que le acompañó en toda la celebración por las calles de Madrid, era el más ruidoso.

Al bajar del avión, directos a comer para preparar los festejos. Hicieron botar a la alcaldesa, Ana Botella, ofrecieron la Copa a la Almudena y a la Comunidad. E hicieron feliz a media ciudad.