Sevilla
Esperando «la verdad» de la novia de Carcaño
El juicio por la muerte de Marta del Castillo escuchará hoy a la jefa del Grupo de Menores (GRUME) de la Policía, que dirigió las investigaciones, y mañana a la última novia del asesino confeso, residente en Camas, a su madre y a su abuela, que lavó la ropa usada el día del crimen
SEVILLA- Tras el paréntesis por la festividad del 1 de noviembre, la Sección Séptima de la Audiencia tomará declaración a la jefa del GRUME, que dirigió los interrogatorios al asesino confeso, Miguel Carcaño, y a sus tres presuntos cómplices, en especial a Samuel Benítez, quien dijo al tribunal que sus primeras confesiones se debieron a «presiones» de la Policía.
Esta inspectora jefe investigó también el hallazgo, en marzo de 2010, de dos coches propiedad de la familia del menor apodado «El Cuco» que habían sido abandonados en la calle y podrían haberse utilizado en el traslado del cuerpo, pues hasta entonces no habían sido identificados ni analizados en busca de restos.
También están citados dos policías que, el 4 de marzo de 2009, trasladaba a «El Cuco» en coche para una declaración cuando el joven se derrumbó, dijo que había visto a Marta ensangrentada en el piso de Carcaño y que quería declarar, pero al hablar con su abogado cambió de opinión.
El jueves, segunda y última jornada de juicio esta semana, está citada como testigo Rocío P. G., que en 2009 tenía 15 años y era novia de Carcaño, con quien convivía en Camas. Esta chica, al igual que los acusados, ha dado diferentes versiones de lo que sabía y, según ha dicho a Efe su abogado, en el juicio va a contar «la verdad», que es la versión que mantuvo en la vista contra «El Cuco». Entonces declaró que vio salir y entrar a Carcaño por la ventana del dormitorio que compartían en la madrugada siguiente al crimen, lo que las acusaciones interpretaron como confirmación de que a la 1.30 horas los acusados se encontraron para deshacerse del cuerpo.
También comparecerá Antonio T.D., dueño de un bar situado junto a la vivienda de Carcaño que a las 2 de la madrugada sacó su basura y vio a dos jóvenes empujando una silla de ruedas con un bulto rígido, posiblemente una moqueta o una alfombra, colocado entre los reposabrazos, dirigiéndose hacia unos contenedores y minutos después con la silla vacía.
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