Feria de Málaga

Barrio aprovechó el invierno

Contundente triunfo del segoviano, que cortó cinco orejas 

Barrio aprovechó el invierno
Barrio aprovechó el inviernolarazon

Año de nieves, año de bienes, apunta el dicho popular. No en este invierno, dirá para sí Víctor Barrio. No hubo nieve –fantástica la tarde–, pero no le faltaron los bienes, orejas en su caso. Cinco. Una «manita», que dirían los futboleros, cortó ayer en la primera de la feria de Valdemorillo. Pero, más importante que la aritmética, fue la sensación de matador cuajado, inconformista y con frescura que dejó sobre el albero.
Barrio apuntó maneras en el segundo, tardo al primer cite, pero que se entregaba una y otra vez tras su arrancada inicial. Comenzó el trasteo en la boca de riego de rodillas, también de hinojos terminó, por manoletinas, esta vez. Entre medias, series por ambos pitones con el mismo denominador, la profundidad. Una hondura que también caracterizó las otras dos faenas del espigado novillero. En el quinto, apareció en dos series al natural que llegó a los tendidos. Larguísimos los lances en la primera de ellas. Se contagiaron entonces los pases que dibujó en redondo que, unidos al remate final por trincherillas, completaron su obra. Llegó el séptimo, idéntico el fondo al del quinto, y de nuevo, el toreo profundo. Bien cruzado. La mano baja. La franela plana. El utrero, delante, con un pitón izquierdo de dulce. La embestida larga, despaciosa, interminable. Barrio la entendió. Ligó los pases deslizando la muleta, cargando la suerte. Una delicia. La plaza entregada. Lo mató sin puntilla y los apéndices otra vez en manos del alguacil.

Variedad con el capote

El segoviano echó una tarde maciza en todos los tercios. Variadísimo con el capote, recibió a pies juntos, también sentado en el estribo, recuperando una estampa de otro tiempo. Tampoco perdonó –y sin repetir– en quites. Faroles de rodillas, chicuelinas, galleo, gaoneras, navarras, tafalleras... Original a raudales y deseoso de probarse. El mejor ejemplo llegó en el que cerró plaza: con tres orejas en el esportón, se fue a portagayola. Toque de atención y ambición que lamentablemente se echa de menos en el escalafón menor.
Menos fortuna tuvo su compañero en el «mano a mano». Juan del Álamo tan sólo pudo arañar un cariñoso trofeo del noblote sexto. Fue el único potable de su lote, que incluyó un cuarto bis de Tomás Entero sin un ápice de casta y lleno de peligro sordo –incluso lo volteó– y un primero de lidia ordinaria escaso de energías. Previamente, rompió plaza el jinete Álvaro Montes, tan dubitativo como aseado en su reaparición. Ovacionado, deberá seguir afinando. Igual que hizo Víctor Barrio. Aprovechó el invierno, trabajó duro y, aunque sin nieves, ahora le llegan los bienes.