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No pudo ser

La Razón
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Las buenas gentes en tiempos de vacas más que flacas escuálidas están faltas de buenas noticias. Por eso estábamos ilusionados con Kiko Rivera y su novia Jessica, que iban a ser padres y la Pantoja abuelaza. También estaba muy iusionada la revista Hola, que tenía la exclusiva. En tiempos recios, como diría Santa Teresa, parece que todo se tuerce. No ha podido ser, han perdido el niño que esperaban. Les aseguro con ninguna retranca que tendrán todos los bebés que quieran dándoles tiempo al tiempo. Sabido es que hay lenguas que no pagan su maldad ni arrancándolas y poniéndolas guisadas a la escarlata. Éstas son las que se preguntan si la boda seguirá adelante, si habrá suspensión; en fin, siempre pensando en lo peor que parece ser que en ciertos campos es lo más rentable. Hay una noticia de unas fotos en la prensa británica, que luego han saltado al mundo, donde la princesa Catalina de Inglaterra cruza como una ama de casa cualquiera de su casa, que es el Palacio de Kensington al supermercado más cercano. Coge su carrito y lo va llenando de productos en oferta y marcas blancas. Vuelve sobre sus propios pasos; con el carrito entra en el palacio; y el artilugio es devuelto al súper con un sargento en uniforme de gala de la guardia real y todo queda muy bien. Claro que como diría el Peñafiel que hace Carlos Latre, estas cosas pasan por meter en la familia real a «plebeyacas». Estoy convencido de que las monarquías tienen que tener un trato mucho más cecano que en otras épocas; pero con cuidado, hay que dejar a la institución una cierta magia. Hay que evitar que todos seamos iguales porque de lo contrario, qué necesidad tendríamos de realeza. Catalina, por qué tienes que dejar en el paro a alguna trabajadora: resulta que si estás casada con un príncipe británico y no tienes una persona de servicio, eso supone definitivamente la caída del imperio británico.