España
Jorge Roelas: «No daría nada por ser como George Clooney»
Con firma propiaProfesión: actor y autor teatral.Nació: en 1960, en Madrid.Por qué está aquí: ha estrenado su primera obra, «Verano», interpretada por Ruth Gabriel, Ana Marzoa y Lidia Navarro, ahora de gira por España.
–El actor debuta como autor. Dígame eso tan bonito de que era el sueño de su vida...
–Era el sueño de mi vida. Y tengo muchos más: cantar en un musical, que me toquen los euromillones...
–La obra se titula «Verano» y la estrena en otoño. ¿Por qué no un título que sirva para todas las estaciones?
–El verano es mi estación favorita. Si tuviera poder en el universo, si fuera un dios, decretaría que siempre fuera verano.
–«A veces una calurosa tarde de verano puede dejarte helado», leo en la sinopsis de su obra. ¿Por el aire acondicionado?
–En mi verano no existe. Odio el aire acondicionado. Me seca la garganta.
–Pone a tres mujeres en el escenario. Ahí no veo la paridad...
–Lo siento, pero descubrí que el texto tenía más fuerza dicho por mujeres. Además, a mí me gustan más las mujeres, incluso en el teatro.
–No me diga que también sueña con mujeres que le persiguen...
–No. Prefiero caminar al lado de ellas que ser perseguido por ellas.
–Las tres desvelan en la obra sus más sucios secretos. Parece que las mujeres los cuentan con más facilidad que los hombres...
–Entre ellas, sí. Se cuentan cosas terribles y se hieren de una forma terrible. Son más astutas para hacer daño.
–¿Cuál es su más sucio secreto?
–Mi más sucio secreto es tener un sucio secreto. Uno que no puedo contar para que siga siendo secreto.
–Nada nos da más miedo que el lado oscuro de quien amamos...
–Cierto. Pero hay que aprender a amar hasta el lado oscuro de quien quieres. Y pensar, una vez más, que todos tenemos un lado oscuro.
–¿Qué daría por ser como George Clooney?
–Nada, no daría nada. En realidad, yo soy otro George, George Roelas. ¿Qué daría él por ser como yo? Estoy encantado de ser como soy.
–¿Y cómo es?
–Creo que buena persona, pero no todo el tiempo, no soy un santo. Ni los santos fueron buenas personas todo el rato.
–¿Sabe por qué escribe?
–Por necesidad: escribo un monólogo, me voy a decirlo por ahí y no tengo que esperar a que me llamen. Llegué a trabajar en bares donde nadie me escuchaba. Se aprende mucho. También escribo porque necesito contar historias y a veces creo que alguien me las dicta desde alguna parte.
–Qué suerte: tener un negro en el más allá...
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