Brasil

«El León de Amberes»

La Razón
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Estoy aprendiendo tanto en este Mundial como para saber, por fin, que el tópico de la famosa «furia española» lo acuñó un futbolista inolvidable. Al parecer, allá por los primeros años del siglo XX, había un jugador enorme –medía 1,93 y pesaba 95 kilos– que se llamaba José María Belauste. En 1920, jugando este vasco inmenso en los Juegos Olímpicos de Amberes, contra Suecia, se echó el balón al pecho y entró en la por- tería con él, sin que tres defensas ni el propio portero pudieran evi- tarlo. Según cuentan, en el momento de ejecutar aquella proe- za, Belauste gritó aquello de «a mí Sabino que los arrollo». (El tal Sa- bino, no nos confundamos, era un compañero suyo del equipo).
Desde luego, el hombre nunca desmintió su frase de guerra y con ella, además de convertirse para siempre en «El León de Amberes» dejó constancia de la fuerza, la lucha y la hombría del fútbol español, que luego se conocería como «la furia española».
Una furia, por cierto, que pocas satisfacciones le ha traído a nuestro fútbol que, sin el «tiqui-taca» (el baile de la pelota de un jugador a otro que deriva en el juego armonioso de nuestra selección) nunca llegó a una semifinal y tuvo como máximo éxito quedar cuarta en 1950 en los mundiales de Brasil, tras una liguilla en un campeonato que ganó Uruguay. Hoy nuestro equipo puede, por tanto, hacer historia si gana a Paraguay.
Y mucho más si ganara el Mundial, porque hasta ahora, los europeos, sólo han ganado en Europa.
Demostremos que, con la furia española convertida en el siglo XXI en «tiqui-taca» –no hay mejor fuerza que la técnica–, somos incluso más poderosos que el mítico «León de Amberes».