Bruselas

La semana de Martín PRIETO: Insomnio presidencial

Tiene que ser Merkel la que haga despertar a Zapatero. El presidente ha mezclado todos sus referentes teóricos y acaba el año en medio de una crisis jeroglífica a la que no encuentra la salida

Joan Rosell
Joan Roselllarazon

En la telenovela de Wikileaks, donde hacen «cameos» desde Barack Obama a Vladimir Putin, el patrón del portal, Julian Assange, se defiende desde Londres de dos suecas que le imputan delitos sexuales. Sophia Wilen le acusa de haberla violado mientras dormía. Telefoneé a mi vecina y amiga Khaterine preguntándole si todas sus connacionales tenían el sueño tan profundo en los brazos de Morfeo y me contestó entre carcajadas que, contra lo que suponemos los españoles, hay muchos tipos de suecas. Nuestro presidente es inviolable porque desde que designó nuevo Gobierno y estrenó el Estado de Alarma las ojeras le llegan a las rodillas, síntoma clásico del insomnio crónico. Empujando desde Bruselas la jubilación a los 67 años tenía la cara de haber alcanzado ya la edad. La fotografía de Merkel acariciándole maternalmente por detrás mientras permanece ensimismado es conmovedora.
Rodríguez Zapatero pertenece a la generación de los sesenta aunque no le viera nacer. Su socialdemocracia ancla en la ingeniería social, cuando Lenin perdonaba a Paulov su antibolchevismo suponiendo que los reflejos condicionados alumbrarían un hombre nuevo, o Stalin financiaba hasta su suicidio los experimentos del biólogo austriaco Paul Kammerer, que falseó sus estudios sobre el sapo partero y sus rugosidades nupciales para impresionar a su amante Alma Mahler, esposa del célebre compositor que fascina a Alfonso Guerra en la búsqueda imposible del hombre comunista nacido de un cambio socioambiental.

A Zapatero le entusiasma el feminismo por decreto, la paridad chic, las cuotas fashion, la discriminación positiva. No considera el aborto un fracaso cultural y un delito despenalizado sino un derecho de la mujer extensible a su minoría de edad. Baja el listón de la enseñanza para no traumatizar a los retrasados, e impone a los escolares una Educación para la Ciudadanía que bolcheviza el pensamiento infantil. Equipara el matrimonio homosexual con el heterosexual y procreativo, piedra sillar de todas las civilizaciones, incluso las poligámicas o poliándricas. La megacrisis ha detenido una nueva ley de libertad religiosa y la muerte asistida. Hacer el amor y no la guerra es un lema placentero pero el Presidente ha mandado tanta tropa al exterior que ha tenido más bajas que las que hubiera enterrado el halcón Aznar.

No le gusta la política exterior, donde no consigue amigos, y tienen una visión autista de la Economía, siendo incapaz de advertir los datos reales. Estuvo dos años negando la crisis cuando ya estaba preso Madoff y los empleados de Lehman Brothers robaban el material de oficina. «Una leve desaceleración», dijo en Cortes.


Apoteosis del relativismo
Alarmados ante el insomne durmiente tuvieron que agitarle Angela Merkel, Sarkozy, Obama y hasta el Primer Ministro chino, Wen Jiabao, gran comprador de deuda española. Es buenista, retroprogre, pancartero, bien intencionado, pero sin equipaje técnico o intelectual ni currículum profesional. Philip Petit, el irlandés catedrático en Princenton, teórico de la «no dominación», ya no le visita con su republicanismo activo. Le pasan papeles del Nobel Joseph E. Stiglitz, crítico con la globalización («fundamentalistas del libre mercado»); de Stern, San Juan del Apocalipsis climático; Rifkin que todo lo da la energía del hidrógeno; del lingüista Lakoff y su pensamiento metafórico que tanto practica el Presidente.

Ingredientes para una espesa empanada mental de lamprea. Purgará sus faltas teniendo que desmontar la Seguridad Social de Franco y José Antonio Girón de Velasco. Menos la paga del 18 de julio, que ni siquiera trasladará al 14 de abril.



El personaje de la semana
Joan Rosell
La patronal catalana ha ganado a la andaluza la elección para presidir la CEOE. Santiago Herrero, que se presentaba por segunda vez, no ha podido con Joan Rosell, presidente de Fomento del Trabajo Nacional, por 15 años. Al margen de cada talante y biografía, ambos proponen lo mismo y en la Gran Patronal no habrá corrimientos de tierras. Rosell rechaza 42 tipos diferentes de contrato laboral y quiere flexibilidad en los convenios colectivos. Pone el acento en la gravedad del absentismo laboral y sobre las pensiones propone un amplio debate social que llegará tarde porque los 67 años ya los ha impuesto Merkel a Zapatero. Le sobran funcionarios multiplicados en el Gobierno, las autonomías y los municipios para hacer las mismas cosas o ninguna. Admite nuestra dependencia energética, pero es vago en soluciones, admitiendo un mix de fósiles, gas, nuclear y renovables. Eso es obvio, salvo que cure al Gobierno del pánico ecológico a las centrales atómicas. Su objetivo más importante es entenderse con el Gobierno y sindicatos enfrentados sin ser tercero en discordia.