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Fin y medios

La Razón
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Otegi aprovechó su último turno de palabra para sacar un conejo de la chistera y ofrecer un impactante titular con el que mitigar su presunta implicación en la comisión de un delito de enaltecimiento del terrorismo. Rechazó el uso de la violencia para imponer un proyecto político y se quejó por la existencia de un muro que impide escuchar sus palabras. El problema no es el muro sino el hecho de que invariablemente sus mensajes son tapados por el ruido de las balas que dispara ETA y por el posterior silencio del propio Otegi. Según su defensa, él trataba de presentar una propuesta de paz para buscar soluciones, pero lo hizo en medio de gritos a favor de ETA, de fotos de etarras y en un acto ilegal protagonizado por una formación ilegalizada. La excusa, que el fin era bueno. En ese caso habría bastado con que ETA hubiera mandado una nota a su periódico de cabecera. La otra coartada, que el partido socialista estaba informado de la propuesta y que la conocía. Pero quedó deslavazada porque Eguiguren se presentó dispuesto a escaquearse. Un propósito para el que contó con la ayuda del presidente del tribunal que consideró impertinentes todas las preguntas formuladas por Goirizelaia que fueran de índole política. Así que el presidente del PSE saludó a su amigo Otegi y aunque no pudo negar que estaba al tanto de lo que se cocía en Anoeta, le quitó hierro al decir que la conocía media España. No tuvo que explicar su papel de intermediario entre el Gobierno y los acólitos de ETA.