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Sevilla

Seda y percal

La Razón
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Es costumbre dedicar elogios al Atlético de Madrid cada vez que consigue algún fichaje interesante. Inmediatamente se le pronostican toda clase de fortunas. Es habitual que a las primeras de cambio cambie la seda por el percal y nos topemos con que todo cuanto habíamos previsto se torne agua de cerrajas.
Sin haber conseguido grandes resultados, solamente por el perfume que expandía, parecía que, al fin, iba a cambiar la historia de los últimos años. Se prescindió de «Kun» Agüero, que ya era problema, y Forlán, al que hicieron problemático y nunca se sabrá la razón de fondo, y la aparición estelar de Falcao hizo suponer que en ataque no se había perdido fuelle. Falcao, acompañado de Hulk, se bastó para eliminar al Villarreal, con Cazorla en el campo, de las semifinales de la Liga Europa. Aquí no era sólo Falcao quien desprendía ilusión. El conjunto, mejor sentado en defensa, más convincente en el medio campo y con auténtica peligrosidad en vanguardia, hizo creer que los jugadores iban a llenar de ilusión a los socios atléticos, incluidos los descerebrados por los que ha tenido que pedir perdón el club al Sevilla.
Inesperadamente, el equipo ha fallado a oros. Incomprensiblemente, lo que era juego gozoso se transformó en mediocridad. Contra el Sevilla, Falcao se pasó el tiempo esperando el balón que le permitiera volver a mostrar su potencialidad goleadora y se quedó con las ganas. No obstante, hay que conceder, al menos, el beneficio de la duda.
Posdata. Pedro León se sintió humillado por «Mou». Pero no le metió el dedo en el ojo.