España tierra prometida

L a población foránea ya representa más de un doce por ciento del total, es decir, nuestro país acoge a más de 5,6 millones de extranjeros, y se estima que en 2025 se alcanzarán los ocho millones. La crisis ha mermado la llegada de inmigrantes, pero no la ha detenido. Aunque, tradicionalmente, la entrada de extranjeros no ha sido percibida como una amenaza por los españoles, la recesión económica ha provocado que se incremente la asociación entre este fenómeno y la delincuencia.

Este nuevo escenario ha supuesto que, tanto los gobiernos europeos como el español, que a lo largo de la década han tendido la mano a la inmigración, estén tomando medidas para controlar la entrada irregular de foráneos.

Son millones los extranjeros que sueñan con mejorar su calidad de vida en España, y miles los que mueren en el intento. Aunque la mayoría de los extranjeros entra en Europa por los aeropuertos o cruzando en coche los Pirineos, el siglo XXI ha sido testigo de varias avalanchas de pateras o cayucos. El año más dramático fue 2006, cuando más de 30.000 «sin papeles» llegaron a Canarias en condiciones extremas. A pesar de todo, España es un país acogedor, en el que la mayoría de los ciudadanos defiende que los inmigrantes que vienen a trabajar tienen derecho a sanidad gratuita, a votar y a la nacionalidad. Rumanos (829.715), marroquíes (746.760) y ecuatorianos (395.069) son las comunidades más grandes instaladas en España, aunque hay una gran presencia de otros países latinoamericanos.