Empresas
Empleo y capital humano por JUAN IRANZO
El cambio continuo en el que está inmersa nuestra sociedad, cada vez más globalizada y sometida a continuas transformaciones tecnológicas, tiene como motor principal el conocimiento. Éste ha transformado el paradigma del aprendizaje que ya no se fundamenta en la acumulación del saber sino que requiere desaprender para volver a aprender. La rápida difusión de los avances científicos y las nuevas investigaciones generan un constante flujo de nuevos conocimientos y explican la presencia de los rendimientos decrecientes del capital humano, ya que el reajuste de la cognición es el que reduce su valor y produce un impacto negativo sobre la competitividad de las empresas y de la economía de un país. Así, la clave del futuro está en desarrollar, de forma permanente, una sociedad que disponga de un capital humano competitivo, con facilidad de movilidad y preparado para asumir cualquier reto profesional. Además del cambio tecnológico, la mala base de la Educación en España tanto en los ciclos Primario como Secundario y Terciario; la deficiente formación de los profesionales para utilizar la tecnología; las barreras que dificultan el acceso a las mismas y el desempleo son, todos ellos, elementos que ejercen un efecto multiplicador de los rendimientos decrecientes del capital humano. La adquisición y la actualización del conocimiento requieren, por lo tanto, un proceso de aprendizaje permanente cuyo pilar fundamental lo constituye una sólida educación en las edades más tempranas, que son la base del conocimiento futuro. Preparar a los niños y jóvenes para integrarse en una sociedad competitiva obliga a que los métodos educativos en los niveles de Educación Infantil, Primaria y Secundaria sean capaces de provocar interés en el que aprende; de conseguir que crean en sí mismos; de lograr que sean los creadores de algo de forma consciente; de desarrollar un pensamiento correcto, prudente, crítico y positivo. En un entorno cambiante, en el que las necesidades varían a un ritmo frenético, es necesario contar con ciudadanos adaptativos, con la capacidad suficiente para afrontar y resolver problemas futuros.
En este contexto, el sistema educativo español se ha quedado obsoleto en la medida en que continúa utilizando un método unidireccional, jerárquico y estandarizado. La Educación debería incidir en el desarrollo de algunas de las competencias claves para el futuro, como son el trabajo colaborativo, la agilidad, la flexibilidad, la iniciativa y el espíritu empresarial, la curiosidad y la imaginación, el pensamiento crítico y la resolución de conflictos, la efectiva comunicación –tanto oral como escrita– y la capacidad de análisis de la información. Éstos son los retos que debería plantearse el sistema educativo, si lo que se pretende es competir por el liderazgo productivo, creativo e intelectual y para que los individuos puedan desarrollar su talento. El descubrimiento y el adecuado desarrollo de esta cualidad, entendida como la capacidad del individuo para desarrollar una actividad utilizando sus habilidades, destrezas, experiencia y aptitudes, debería convertirse, de este modo, en el objetivo fundamental del sistema educativo cuya tarea, por necesidad selectiva y particular, se aleja de la universalización y generalidad que promueve el modelo actual. En cuanto a la gestión del talento, es conveniente profundizar, por un lado, en la necesidad de cambiar la percepción social que se tiene del empresario y, por otro lado, en la preparación de las organizaciones para reconocer y retribuir adecuadamente este nuevo factor productivo. Como los emprendedores son una fuente fundamental para la competitividad de una economía, sería deseable promover la capacidad de emprender desde las primeras etapas de formación, rehabilitar la figura del empresario como creador de riqueza y empleo, así como superar el estigma social que históricamente ha supuesto, y supone, el fracaso empresarial. El capital humano es uno de los activos cardinales para la sociedad, en general, y para las organizaciones, en particular, dado que la generación y el desarrollo del conocimiento se erigen como los principales elementos del progreso económico y del bienestar. Para optimizar el rendimiento de la inversión en este activo, resultaría imprescindible, por lo tanto, eliminar las barreras que dificultan tanto la acumulación del capital humano como la eficacia de su constitución. El desajuste entre el nivel educativo y la capacitación y el grado de cualificación requeridos en el puesto de trabajo es una de las ineficiencias de los marcos educativos y laborales que más perjudica a la calidad del Capital Humano. Sus efectos van más allá de la pérdida de oportunidades para mejorar la competitividad de las empresas, ya sea porque no se está utilizando todo el potencial que el individuo ofrece o porque existe un déficit de profesionales, o de la reducción del premio salarial a la educación y a la formación. A pesar de las dificultades que entraña el análisis de este fenómeno, ya que requiere de una clara definición de conceptos tales como las habilidades, el conocimiento o las competencias que domina el individuo, en Europa se han puesto en marcha algunas iniciativas para promover la adecuada anticipación de las cualificaciones requeridas en el futuro, para equilibrar las necesidades del mercado de trabajo y las habilidades, para reducir la brecha entre el sistema educativo y el laboral y para identificar posibles cuellos de botella o desequilibrios en el mercado de trabajo. Del mismo modo, la adopción del modelo dual de aprendizaje, similar al de Alemania, en el que se combina la teoría académica con la práctica en el mundo económico real, contribuiría a mejorar el ajuste entre las habilidades y las ocupaciones.
Juan Iranzo
Vicepresidente del IEE
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